Por GERMÁN AYALA OSORIO
La entrevista es el género periodístico al que acuden los periodistas con mayor frecuencia para que el país conozca quiénes son sus principales figuras públicas.
Daniel Coronell y Federico Gómez Lara, presidente y director respectivos de Cambio Colombia, tuvieron el privilegio de entrevistar por segunda vez al presidente Gustavo Petro. Ya lo habían hecho en su condición de presidente electo. En esta oportunidad, había unas circunstancias contextuales que hacían que la entrevista hubiera de transcurrir en un ambiente tenso.
Desde el titular, apareció el lenguaje periodístico: “No lo crie, esa es la realidad: Gustavo Petro sobre su hijo Nicolás”. El título vende y funge como gancho para atraer a las audiencias interesadas en conocer qué dijo el presidente sobre tan espinoso asunto, al que la gran prensa bogotana insiste en darle la misma dimensión jurídico-política del proceso 8.000.
En desarrollo de la entrevista se notó a Gustavo Petro incómodo, por dos razones: por tener que responder sobre un asunto familiar y porque él está acostumbrado a diálogos académicos y políticos relacionados con la economía, el cambio climático, la crisis del capitalismo, la Paz Total, etcétera.
Tuve la impresión de que Coronell y Gómez se prepararon más para incomodar a Petro que para conversar en torno a temas gruesos y más importantes, como el Plan Nacional de Desarrollo, que plantea entre otros asuntos ordenar el territorio en torno al agua. En su defensa, alegarán que no podían omitir la coyuntura política atada al escándalo que envuelve al hijo mayor del presidente.
Cuando ya el tema de Nicolás se había agotado, Petro quiso hablar sobre la crisis del capitalismo, pero no encontró en Coronell y Gómez los interlocutores válidos que buscaba para profundizar en tema tan neurálgico para el país y para el mundo académico.
Otro tema al que aludió el mandatario fue la justicia restaurativa, pero tampoco encontró con quién dialogar, porque los periodistas de Cambio solo estaban interesados en hacer preguntas que provocaran reacciones emocionales del personaje entrevistado. Quizá por esto, horas después en la radio y en las redes social el tema grueso alrededor de la entrevista era que “el presidente tomó distancia de su hijo”, que “lo negó”, por cuenta de no haberlo criado.
Petro también quiso explicar lo del “perdón social”, citando al filósofo francés Jacques Derrida, asociado a un asunto social y político que molesta a la derecha: la verdad sobre la responsabilidad de los actores armados, en particular de los paramilitares en la comisión de graves delitos de lesa humanidad y en las facilidades que encontraron en el régimen instaurado por Álvaro Uribe para capturar instituciones del Estado, como el DAS y el Congreso.
Cuando llegó el tema de la paz, Petro aprovechó para mandarle vainazos al gobierno de Iván Duque, enemigo número uno del proceso de paz de La Habana: “una era de paz implica unas transformaciones sociales que no me quieren dejar hacer”. Allí intervino Coronell para decirle que le estaba dando paso a una línea de entrevista que no esperaba, a lo que Petro le respondió diciéndole que es esa línea que a él le gusta dar. Allí fue cuando más se hizo evidente la incomodidad del presidente al verse obligado a hablar de asuntos familiares, en lugar de conversar en torno a los problemas reales que afronta el país.
Al final, en lo que toca al ejercicio periodístico de tratar de incomodar a quien ostenta el poder, los periodistas manejaron a la perfección el género del interrogatorio. Eh, quiero decir, de la entrevista. Pero en lo que corresponde a la posibilidad que en Palacio se ofrecía de entablar un diálogo en el ámbito académico que Petro hubiera preferido (la crisis del capitalismo, los fundamentos de la justicia restaurativa, el sentido público del Estado… qué sé yo), Coronell y Gómez dejaron pasar una gran oportunidad. Los temas familiares pueden resultar taquilleros, pero jamás aportarán a la construcción de una opinión pública capaz de entender aquellos asuntos verdaderamente vitales para el país.
En síntesis, me quedo con la respuesta del jefe de Estado según la cual “se trata de un relato periodístico”, y no con la que en su momento usó el expresidiario y expresidente Álvaro Uribe Vélez en respuesta al corresponsal de la BBC de Londres: “otra pregunta, amigo”.
Menos con la del mendaz y fatuo Iván Duque Márquez a un periodista en Cartagena: “¿de qué me hablas, viejo?”.