Por GERMÁN AYALA OSORIO
No duró mucho la luna de miel del presidente Petro con la dirigencia de los dos partidos políticos tradicionales. El director del Partido Liberal, César Gaviria Trujillo, anunció que no votaría la actual reforma tributaria, con lo cual podría fracturar la coalición multipartidista que logró el Pacto Histórico. ¿Cómo entender lo dicho por este caprichoso líder? Aquí expongo algunas ideas que podrían responder la pregunta.
Gaviria Trujillo fue y es aún el mandadero de los agentes económicos (banqueros y grandes empresarios). Este neoliberal, responsable de la quiebra de pequeñas y medianas empresas y de la ruina del campo en los tiempos de la apertura económica (1990-94), sabe que la reforma tributaria de Petro toca los bolsillos de sus patrocinadores y los suyos propios, asunto que lo obliga a ejercer presión al gobierno en busca de contribuir a eliminar cargas impositivas para los más ricos. No se debe olvidar que Gaviria ha amasado en su larga vida pública una considerable fortuna, ni que en los Pandora Papers apareció relacionado con la sociedad Panamá (MC2 Internacional S.A.), y como accionista de una empresa colombiana dedicada al sector de hidrocarburos (MC2 S.A.S. ESP).
Estamos entonces ante una presión indebida, pero propia de un iliberal que traicionó las ideas de Luis Carlos Galán, convirtiendo al Partido Liberal en una cofradía de congresistas patrocinados por poderosos agentes económicos, interesados en mantener y extender en el tiempo sus privilegios de clase y por esa vía las condiciones de atraso y miseria en las que el país gira en un eterno estado de cosas inconstitucional. Eso sí, no creo que la coacción gavirista esté fundada exclusivamente en exigir mejores cuotas burocráticas al actual gobierno, aunque no se puede descartar, pues César Gaviria, más que un político profesional, de un tiempo para acá opera como un vulgar traficante de cargos públicos.
A la amenaza del ladino iliberal se sumaron el Partido Conservador y el de la U, a pesar de haberse declarado, junto al Liberal, como parte de la coalición de gobierno. Imagino las enormes presiones que han recibido tanto Gaviria como las directivas de los demás partidos tradicionales, de parte de los más ricos, para que coaccionen a Petro en función de disminuir la carga impositiva. Igualmente, les debe preocupar las consecuencias políticas y sociales que se podrían derivar si el presidente de la República logra disminuir los índices de pobreza y miseria, al tiempo que empodera a las comunidades “subalternas”. Hace rato están en modo electoral para el 2026, pues entienden muy bien que los logros que en materia de bienestar social y económico alcance Petro en estos cuatro años, impulsarán las candidaturas de quienes están alineados con el actual presidente.
Los más ricos de Colombia, aceptaron a regañadientes el triunfo de Petro, pero no están dispuestos a soportar la consolidación de ideas socialdemócratas en un país que han manejado a su antojo y bajo los principios de un oprobioso modelo neoliberal que les ha servido para favorecer sus mezquinos intereses. Que haya pobreza, desempleo, un subempleo estructural y crecientes incertidumbres sociales son, para Gaviria y para todos los que él representa, el escenario ideal para extender en el tiempo formas de explotación y precarización laboral, así como el inveterado clientelismo, una forma ya institucionalizada de dominación y de desprecio por el ciudadano.
César Gaviria está jugando a debilitar la gobernabilidad de Petro y muy seguramente hará valer la “disciplina de perros” para alinear a sus congresistas, desconociendo el compromiso que firmaron al declararse bancada gobiernista.
Por eso no es una contradicción verlo oponiéndose a una reforma que busca mejorar los indicadores de desarrollo humano en un país empobrecido, pues realmente siempre fue un cruel y cínico iliberal, así en el pasado se haya autodefinido como socialdemócrata.
@germanayalaosor
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