Por JORGE GÓMEZ PINILLA
En contravía al ambiente de optimismo que respira Colombia tras la elección de Gustavo Petro, en días pasados dos personas con pensamiento político diferente opinaban sobre sendos aspectos donde conviene mantener el ojo crítico.
Por un lado, Daniel Coronel advertía sobre los peligros implícitos en el acercamiento que tuvieron Gustavo Petro y su hasta ese día archirrival político: “Uribe, con asombrosa sagacidad, terminó convirtiendo la invitación del presidente electo en su resurrección política”, dijo Coronell. (Ver columna).
Desde otra orilla el senador Gustavo Bolívar -el segundo a bordo del petrismo-, no se mostraba complacido con la clase de gente que ha corrido a refugiarse bajo el alero protector del Pacto Histórico: “me preocupa que los nadies (…) no aparezcan aún en el horizonte y en cambio sí figuren personajes que no creían en el proyecto, que no llevan esta causa en el corazón y que llegaron unos días después del triunfo”. (Ver columna).
Sanas preocupaciones en uno y otro, que con toda seguridad serán tenidas en cuenta por el nuevo presidente. A Petro lo que menos le falta es inteligencia y manejo estratégico de las cosas, como lo demostró el hecho de que se hizo elegir bajo las más adversas condiciones, no solo con todo el gobierno y hasta el comandante del Ejército en contra, sino además con el rechazo de ese “centro exquisito” de dedito parado que con su prurito clasista tanto contribuyó a crecer el antipetrismo en el momento menos indicado.
Si preguntaran mi opinión diría que Petro nunca debió haberse reunido con Uribe, básicamente porque se trata de un imputado por la justicia, y eso desdice de la majestad de un presidente de la República, reunirse con sujetos sub judice. Ahora bien, supongo que si le cursó la invitación fue convencido de que Uribe nunca por ningún motivo se la iba a aceptar. Era cuestión de orgullo, advertiría el sentido común. Pero sí se la aceptó, por lo que dice Coronell: porque sabía que acercársele con toda humildad a Petro era la llave que necesitaba para su resurrección política.
Del mismo modo, suena razonable la advertencia de Bolívar sobre la clase de gente que se ha ido acercando (o más bien adhiriendo como lapa) al Pacto Histórico. Es más, si yo fuera Petro habría recibido a todos los que se acercaron, menos al Partido Conservador, por dos razones básicas: primera, porque ante el unanimismo de los demás partidos no se requerirían de esos votos para hacer mayoría en el Congreso. Y segunda, porque están en el lugar equivocado, pues son la antítesis ideológica de la izquierda y en tal medida se hace evidente que detrás de esa adherencia solo les anima un apetito clientelista, el de engullir burocracia.
Y vamos ahora a la parte positiva, que hace referencia los primeros miembros conocidos del nuevo gabinete ministerial, escogencia que demuestra que estamos ante un verdadero viraje en la conducción del Estado, sumado a que resulta incluso agradable su preferencia por ministras mujeres. Coincido entusiasmado con el nuevo presidente, prefiero a las mujeres para todo.
Pero empecemos por los hombres. José Antonio Ocampo al frente del ministerio de Hacienda, de todo nuestro agrado. Un columnista de El Unicornio que se hace llamar H. G. Rueda afirma de Ocampo que está “llamado a ser el muro de contención de cualquier ímpetu populista. El siguiente milagro será pasar la reforma tributaria sin que el país estalle”.
La nueva ministra de salud, Carolina Corcho, otro acierto. Profunda conocedora del funcionamiento de las EPS y del sistema de salud en general, la indicada para el cargo, así haya voces disidentes que quieren asustar como aves de mal agüero.
¿Y qué decir de la ministra de Agricultura? Que el 4 de abril de este año en entrevista con El Unicornio le hizo esta recomendación a Petro: «Lo ideal es que se mueva al centro, que haga lo que hizo Boric en Chile: seguir el consejo de Ricardo Lagos, de moverse hacia el centro o si no el país iba a terminar en la extrema derecha». Y parece que Petro acogió la sugerencia.
La del medio ambiente, Susana Muhammad, chapeaux, es de quitarse el sombrero. La conozco en persona desde la alcaldía de Petro, persona de un trato exquisito y erudito discurrir, inteligente como ninguna, petrista de línea dura.
Y Patricia Ariza en Cultura, con lo cual se pasa el manejo de esta cartera a una persona que le ha entregado su existencia al arte escénico, a la defensa de la vida y la diversidad humana.
En conclusión de todo lo anterior, parece haber motivos para pensar que sí es posible tanta belleza, y que las condiciones están dadas para el renacer de la esperanza en mejores condiciones de vida para todos, con equidad económica, justicia social y reconciliación nacional.
Ya de remate, es conveniente aclarar que el periodismo está para examinar el estado de las cosas, apoyar al gobernante en lo que hace bien y señalar o advertir sobre lo que podría corregirse. No se debe dejar de actuar con ojo crítico desde la distancia como un Daniel Coronell… o propositivamente desde la cercanía como un Gustavo Bolívar.
Pero tratando siempre de ayudar a construir un mejor país.
@Jorgomezpinilla