Por JORGE SENIOR
Máximo poder, mínima visibilidad. Esa parece ser la paradoja que consume al movimiento político Colombia Humana, el partido del presidente de la República, es decir, la organización política con mayor legitimidad para considerarse partido de gobierno.
Colombia Humana empezó como un Grupo Significativo de Ciudadanos que luego se proyectó como una ampliación a escala nacional de la experiencia de Bogotá Humana, con un ideario de humanismo progresista y política antropocénica. Tal escalamiento se expresó en la campaña presidencial de 2018, pero no en las elecciones a Congreso, adonde los movimientos alternativos y de centroizquierda que apoyaron a Gustavo Petro llegaron fragmentados. Recordemos, por ejemplo, la lista Decentes. De todos modos, el nombre “Colombia Humana” se posicionó en la escena electoral y con el segundo lugar de Gustavo Petro; y gracias al Estatuto de Oposición pudo aspirar a tener personería jurídica, pero dicho trámite llevó su tiempo.
En el 2019 Colombia Humana participó en las elecciones territoriales, recurriendo a la alianza con la Unión Patriótica, que tenía personería jurídica. Se conformó así el dueto Colombia Humana – UP que podía otorgar avales, asunto formal que se ha vuelto un punto problemático del sistema electoral colombiano. En ocasiones se configuraron coaliciones más amplias.
El 16 de septiembre de 2021 la Corte Constitucional publicó la sentencia SU 3016 mediante la cual ordenaba al Consejo Nacional Electoral (CNE) otorgar personería jurídica al Movimiento Político Colombia Humana. Así se cumplió el 15 de octubre de ese año mediante Resolución 7417 del CNE.
A pesar de este logro, Colombia Humana tuvo que integrarse a otros grupos alternativos y de izquierda como MAIS, Polo Democrático, UP, ADA, Soy porque somos y organizaciones sociales, para integrar una lista cerrada (cremallera) para Senado y Cámara bajo el nombre Pacto Histórico. Una decisión correcta, pues la lista fue la más votada en las elecciones de marzo del presente año, pero le quitó visibilidad. Actualmente la bancada parlamentaria es percibida como Pacto Histórico, mientras que el nombre Colombia Humana se diluye o se mantiene con bajo perfil.
En la elección presidencial Colombia Humana cumplió su rol de sustentar la precandidatura de Gustavo Petro en la consulta de marzo, pero una vez ganó la consulta se convirtió en el candidato del Pacto Histórico, que además integró en ese momento a un ala de los Verdes. En consecuencia, Colombia Humana quedó subsumida en la coalición y casi desapareció de la opinión pública. Para la segunda vuelta el Pacto Histórico se suma con otras fuerzas en un Frente Amplio que gana el poder ejecutivo. Luego de la victoria se impone el imperativo de lograr gobernabilidad mediante una coalición de gobierno en el Congreso de la República y ahí entran los liberales, conservadores y el Partido de la U. Tenemos entonces una especie de cebolla con varios niveles de coaliciones como si fuesen capas concéntricas.
En ese contexto Colombia Humana está oculta, invisible en el centro de la cebolla del poder, pese a que tiene la cuota principal: el presidente de la República. Pero como partido se ha desperfilado, no suena ni truena. La prensa ha acuñado el término “petrista” o “cercano a Petro” o “trabajó en la Alcaldía de Bogotá Humana”, para referirse a funcionarios nombrados, ignorando su filiación partidista, una manera deficiente de cumplir la tarea informativa.
La ministra de Ambiente, Susana Muhammad, es dirigente del Movimiento Político Colombia Humana e incluso de su Centro de Pensamiento, pero esa condición se desconoce. El asunto de visibilidad se agrava cuando uno visita la página de Colombia Humana y no aparecen sus dirigentes nacionales, sus elegidos a las diferentes corporaciones, sus funcionarios en el gobierno nacional. Dagoberto Quiroga, secretario general del Movimiento, preside Colombia Humana desde que Petro asumió su tarea electoral y ahora de gobierno. ¿Cuántos colombianos saben eso o identifican a Quiroga?
La principal tarea de los dirigentes nacionales de la organización política no es la administración interna, sino la vocería pública, participando activamente en el debate político que se desarrolla permanentemente en el país con ideas, propuestas, conceptos, opiniones. Desde luego que el trabajo organizativo es muy importante en esta etapa. Se viene una Asamblea Nacional del partido en diciembre y se están articulando y fortaleciendo los nodos. Eso está muy bien, pero durante este semestre en que despega el nuevo gobierno y aún no ha empezado la campaña electoral en los territorios, la tarea principal está en el movimiento popular, en las movilizaciones sociales, en el liderazgo de la sociedad civil, para acompañar constructivamente al gobierno en la solución de los problemas que sufre Colombia.
Colombia Humana debe ser la primera línea de defensa del Gobierno Petro. Y también debe serlo en la ofensiva reformista que impulsa el Cambio, por la paz, la democracia y la vida. No hablo de “cheque en blanco” ni de ser obsecuentes o acríticos. Pero hay que entender lo que está en juego en un momento único en la historia de Colombia: la profundización del Estado Social de Derecho. Y si toca hacer crítica constructiva, se hace, eso también es un aporte.
Pepe Mujica, con la sabiduría que lo caracteriza, entiende muy bien la importancia estratégica de la organización política. Mujica no sigue las teorías de Antonio Negri sobre “las multitudes”. En la campaña envió un mensaje a los colombianos donde decía que “un presidente no es un mago y necesita el acompañamiento del pueblo”. En otro mensaje reciente, Mujica le dice a Petro: “y no te olvides del partido, porque después de ti la vida continúa”.
Coletilla: se suele decir que la democracia de partidos está en crisis en Colombia y en el mundo, pero tal aseveración amerita un análisis más profundo. Lo intentaremos cuando esté sobre el tapete la reforma política.
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