Por GERMÁN AYALA OSORIO
De la frase del magnate Luis Carlos Sarmiento Ángulo, “aquí no se viene con el cuentico de que vamos a cambiar todo”, se desprende la arrogancia y la vileza de un hombre poderoso acostumbrado a manejar presidentes de la República como si fueran sus sus sirvientes. Sus más recordados mandatarios serviles han sido Álvaro Uribe e Iván Duque.
Sarmiento Angulo podrá tener una enorme fortuna, pero su nula visión de lo que debe ser una nación moderna lo hace vivir una vida precaria, hasta cierto punto miserable. Qué pesar tener tanta plata pero no ser capaz de actuar con la grandeza de un verdadero capitalista, no como un vulgar y perfumado usurero, el patán de las finanzas, por antonomasia.
Lo dicho por este fatuo precapitalista sirve para confirmar que Colombia ha sido el país de los cuenticos. Nos echaron el cuentico de que vivíamos en democracia, cuando lo que realmente existe es un régimen criminal, mafioso y corrupto. Nos echaron el cuentico de que a menos impuestos más empleo; nos echaron el cuentico de que exportando petróleo, carbón, banano, azúcar y café tendríamos un fuerte aparato productivo.
Nos metieron el cuentico de que los pobres lo quieren todo regalado, cuando con Agro Ingreso Seguro y las gabelas tributarias se evidencia que son ellos los que todo lo quieren regalado. Son los ricos los que invierten miles de millones de pesos en campañas presidenciales. Hasta Uribe Vélez recibió de Agro Ingreso Seguro, siendo presidente.
Ahora que el nuevo gobierno quiere hacer una reforma tributaria para que los más ricos paguen como personas naturales, el reyezuelo vocifera porque lo de él es acumular y acumular. Sarmiento debe ocultar que realmente arrastra una mísera vida, pues jamás entendió qué es eso de hacer parte de la élite de una nación moderna, se acostumbró a ser el mandamás de una finca, a la que con otros banqueros de su misma ralea (verbi gratia Semana…) viene convirtiendo en un lodazal.
La frase de este impúdico banquero solo sirve para confirmar que el gran problema de Colombia está en su clase empresarial y dirigente. Para salir del atolladero en el que vivimos hace más de 200 años, se requiere de un cambio de mentalidad y de élite. Hay que recordarle a Sarmiento que la caída del puente de Chirajara y la muerte de 9 trabajadores no es un cuentico; y que la participación de filiales de su conglomerado en la corrupción de Odebrecht, tampoco lo es.
@germanayalaosor