Por EDUARDO SÁENZ ROVNER*
Les voy a contar mi experiencia con Malcolm Deas.
Para empezar, a comienzos de los años 90 me censuraron en la revista Credencial Historia el relato “Malcolm Deas y su discípulo amado Jorge Orlando Melo”. Deas señaló en el comité editorial que «la historia de Sáenz no se debe popularizar»; Melo llamó a Camilo Calderón, editor de la revista, a quejarse porque según él «el doctor López Michelsen estaba muy mortificado con un artículo de Sáenz».
Total, Camilo no me pudo invitar a publicar nuevamente en la revista.
Unos meses antes, en 1992, Deas me quitó el saludo tan pronto publiqué mi primer libro, resultado de mi tesis de Ph.D. en Historia en Estados Unidos.
En el libro demuestro, entre otras cosa, cómo los grandes industriales colombianos forzaron al Estado a proteger sus negocios a costa de otros sectores económicos y los mismos consumidores, a mediados de los años 50.
En función de sacar adelante sus agendas, la ANDI contrató a periodistas y políticos para que escribieran artículos «fletados» e hicieran lobby ante los poderes ejecutivo y legislativo (la abundante evidencia la tomé del archivo de la ANDI en Medellín, así como de archivos oficiales en Colombia y Estados Unidos). Vea la tercera impresión del libro haciendo clic en este enlace.
Mis críticas a los intelectuales y políticos orgánicos del Establecimiento hechas en mi anterior libro y en un artículo de «Historia Crítica» tenían molestos a más de uno, pero sobre todo a Deas y su discípulo amado.
Con el tiempo, e investigando para otro libro, tuve la confirmación de por qué estos colegas estaban tan molestos: resulta que por la misma época, Deas y Melo eran altos funcionarios del gobierno de César Gaviria. Deas asesoraba al gobierno en temas de seguridad nacional, incluyendo un plan para mejorar la imagen de los militares colombianos en el extranjero, y Melo era el encargado de desmentir las acusaciones de Amnesty International y otros organismos internacionales por las gravísimas acusaciones al gobierno colombiano debido a las repetidas violaciones de los derechos humanos. ¿Más intelectuales orgánicos del Establecimiento para dónde? La evidencia la encontré en el Archivo de la Presidencia en Bogotá. Ver las páginas 25-38 en este enlace.
Quiero concluir que, como historiador, Malcolm Deas (hijo de un funcionario de Su Majestad en la India cuando era colonia británica) es una anomalía en el mundo académico anglo norteamericano.
Conozco muy bien la vida y obra de los historiadores colombianistas norteamericanos. Son independientes y decentes. Pongo ejemplos de dos de ellos, que tienen una producción académica muchos más sólida que Deas: el marxista Charles Bergquist y el liberal David Bushnell, quienes formaron a muchos pupilos especialistas en Colombia y/o América Latina.
Cuando ambos murieron los medios colombianos no se preocuparon por ellos, ni expresidentes y exministros salieron a contar sus glorias ni cómo tomaban tinto con ellos, como sí hicieron con Deas, su cortesano incondicional del poder. No en vano, en una carta que reposa en el Archivo de la Presidencia, Fernando Cepeda describe a Deas como «nuestro hombre en Oxford».
* Eduardo Sáenz Rovner fue Profesor Titular en la Universidad Nacional de Colombia. Ha sido profesor visitante en University of California, Los Angeles (UCLA) e investigador visitante en Institute for Advanced Study of the Americas – University of Miami. Ph.D. en Historia, Brandeis University; Economista y M.A. en Economía e Historia, Southern Illinois University.