Por RODNEY CASTRO GULLO
Visto desde la ribera, lo que se mueve es el agua y las embarcaciones que pasan por él; desde la orilla, es el tiempo el que transcurre. En cambio, si el observador va en bote, el paisaje está hecho de ruidos y fragmentos conectados por un hilo líquido; desde el agua, es el espacio el que se sucede a manera de mosaico”. Virginia Thiébaut
“Camacho”, así se llamaba la desembocadura del río Magdalena en 1533; un término indígena que significa “reunión”. Un lugar destacado en los recorridos que el conquistador don Pedro de Heredia hiciera por las tierras del Partido de Tierradentro, hoy departamento del Atlántico. No había núcleo poblacional en dicho territorio, salvo en ese sitio, que después don Rodrigo de Bastidas bautizara como Bocas de Ceniza.
Pero antes del recorrido mencionado, ya el sitio “Camacho”, tenía tradición como varadero de canoas, en el que los indígenas negociaban con los naturales del lugar, sal y otras especies que intercambiaban por camarones secos traídos en sus embarcaciones.
No obstante, como embrión de Barranquilla, se reconoce a la hacienda de San Nicolás, que creó don Nicolás de Barros y de la Guerra, encomendero de Galapa, procedente de Coro, Venezuela, quien se radicó próximo al “Sitio de Camacho”, en una fecha no precisada entre los años de 1627 y 1637. Con el tiempo, la hacienda se transformó en “Sitio de Vecinos Libres”, fortaleciéndose como lugar portuario. Se escuchaba en ese entonces, que las “Barranquillas de Camacho”, superaban a Malambo en movimiento de carga. Gracias al comercio por el río, San Nicolás de Barranquilla creció en el siglo XVII, forjándose con una identidad de ciudad puerto.
Desde sus orígenes, Barranquilla ha estado vinculada al agua para entender su razón de ser y posibilidades, pero lo que no sabían los visionarios nativos de la época, era que la ciudad estaba ubicada en un punto estratégico, muy cercano, a donde convergía el tráfico marítimo mundial, es decir, que su vocación se extendía, del movimiento de carga por el agua dulce, al aprovechamiento de la inmensidad del océano. De ese tamaño han sido siempre sus oportunidades.
Entrar en sintonía y entender la morfología anfibia del territorio hace la diferencia. Las historias de las poblaciones costeñas y ribereñas resplandecen cuando se miran desde el agua, y qué decir de las oportunidades que podrían suscitarse en el presente y futuro, pero para ello se requieren nuestros cuerpos de agua bien administrados.
El presidente Duque pasará a la historia, como la cabeza de un gobierno inane para el río Magdalena. Encontró estructurada la Alianza Público-Privada (APP) del río que garantizaba la navegabilidad desde Bocas de Ceniza hasta Puerto Salgar y solo pendiente de un último paso para su puesta en marcha; (recordemos que el expresidente Santos consideró prudente, en razón a que el proyecto comprometía vigencias futuras, que el nuevo mandatario adelantara el trámite para el aval fiscal ante el Consejo de Política Fiscal (CONFIS), requisito previo a la apertura del proceso licitatorio). Lo que hizo Duque tan pronto tomó posesión, fue echar a la caneca todo lo construido, para comenzar de cero, y desde entonces se escucharon una y otra vez, promesas que nunca se cumplieron por parte de la ministra de Transporte y el director de Cormagdalena, casualmente barranquilleros los dos. Fueron cuatro años perdidos.
¿Por qué tantas talanqueras con el desarrollo del río?, ¿a quién le conviene que no sea navegable? Solo a manera ilustrativa es preciso mencionar, que en relación con la distribución de los recursos presupuestales, el gobierno nacional compromete en el sector transporte, el 77% para el modo carretero, el 12% para el modo aéreo, y solo el 1% es para el modo fluvial. Hoy el 96.93% de la carga se transporta de forma terrestre y solo el 1.91% de modo fluvial.
Pero además, nos mantienen todo el tiempo de rodillas clamando por el dragado del río en nuestros territorios, otro negocio redondo y especializado que se cuaja en el Órgano Colegiado de Administración y Decisión (OCAD del río), mientras tanto, seguimos con un río inestable, inseguro y mal calificado internacionalmente para el movimiento de carga y pasajeros, muy a pesar de que por el río, el manejo de la carga siempre será mucho más económico, eficaz en volúmenes, sostenible y de manera especial, amigable con el medio ambiente.
El río, y su administración corresponden a la institucionalidad y es muy complicado para las empresas portuarias, lidiar con entes en donde los criterios políticos, económicos o simplemente el desdén, le ganen la partida a las recomendaciones y decisiones de los expertos. Sigue el río sin ser el eje central de desarrollo sostenible del país.
Vieja Intendencia Fluvial
Se hace necesario refundar a Cormagdalena, para ello la reforma a la ley 161 de 1994 es un impostergable. La entidad debe dejar de ser una sencilla oficina de cobro jurídico en donde los abogados son quienes interactúan con los actores del río y siempre tienen la última palabra. Que la misionalidad no sea más una quimera, y que además de soportarse en la protección y gestión del río, se puedan intervenir de manera sostenible sus cuencas, en donde se hace menester regular caudales y administrar sedimentos. Cerca del 42% de los bosques en la cuenca del río Magdalena han sido talados durante las últimas tres décadas a una tasa de 1.9% anual (Conpes 3758, 2013).
Y es que los principales problemas ambientales en la cuenca del Magdalena son la sedimentación por erosión y deforestación, el taponamiento de caños, la desecación de ciénagas y la contaminación por residuos de tipo sólido y líquido. Fenómenos todos que provocan remociones en masa que no solo afectan el servicio de navegación que provee el río, sino que han propiciado también la degradación de ecosistemas tan importantes como los manglares y las ciénagas.
No es nada menor la importancia de Cormagdalena, el río Magdalena se destaca con una longitud de 1.540 Km.; de estos, 908 Km se consideran navegables y se encuentran en el tramo comprendido entre Puerto Salgar hasta Barranquilla o hasta Cartagena (115 Km más), si se accede vía Canal del Dique. Se pasea por 129 municipios ribereños y 13 departamentos, en los que se deben formular y ejecutar proyectos de impacto técnico, de infraestructura y socio- ecosistémicos. De acuerdo con las proyecciones realizadas por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) para el año 2017, la población que hace parte de la jurisdicción de Cormagdalena asciende a 6.568.212 habitantes, lo que representa aproximadamente el 13% de la población colombiana.
Esperamos que en el gobierno del presidente Petro sí se pueda fortalecer la navegabilidad y la actividad portuaria en el río Magdalena de manera sostenible, que también sea el río uno de los apalancaderos claves en la generación y distribución eficiente de energías limpias, política de central del nuevo gobierno y que finalmente, podamos caducar a las rodilleras con las que rogamos por el mantenimiento integral de nuestra gran hidro vía nacional. Que se entienda que las ciudades del agua solo podrán tener desarrollo si no se les aleja de su vocación anfibia.
@rodneycastrog