El día 16 de marzo de 2018 sonó mi celular. Se trataba de una llamada tuya para ofrecerme ser tu compañera de fórmula en la aspiración a la Presidencia de la República. La llamada me sorprendió. Había estudiado la propuesta programática de Colombia Humana que se había venido construyendo desde la consulta interpartidista que tú habías ganado ampliamente, y sentía que recogía muchos de los puntos que durante mi paso por el Congreso habían sido prioridad en mi trabajo: el reconocimiento y la garantía de la salud y la educación como derechos fundamentales; el cuidado del agua y la transición hacia la utilización de energías limpias; el acceso a la tierra de campesinos y campesinas que producen con amor los alimentos que nos sustentan, y a quienes hasta hoy este país les ha negado el derecho a vivir dignamente y en paz; la defensa de la Vida y la protección del Acuerdo de Paz que hoy se encuentra prácticamente desmantelado; el reconocimiento de la diversidad geográfica, étnica, etaria, de género y cultural que constituye uno de los grandes valores que tenemos, y que no hemos sabido reconocer y movilizar en el propósito aún pendiente de construir un país en el que quepamos todos y todas.
Unos años atrás, había asumido la defensa pública del programa y las ejecutorias de la Bogotá Humana, y acompañado con total compromiso la defensa del derecho de las ciudadanías libres que apoyaron esa propuesta a ejercer, sin interferencias indebidas que constituyeron verdadero abuso de poder y un ataque a las bases mismas de nuestra frágil democracia, el liderazgo de la ciudad que les habían conferido en las urnas.
En el contexto político del momento, había igualmente expresado mi profunda convicción de la necesidad de forjar una convergencia amplia de los sectores alternativos y progresistas, capaz de enfrentar y derrotar a las fuerzas más retardatarias que se agrupan en movimientos de derecha y de ultraderecha, cada vez más claramente identificados, y que promovían una agenda que partiendo del dañino propósito de “hacer trizas el Acuerdo de Paz”, buscaban y buscan impedir las transformaciones de orden económico, social, político y cultural que nuestro país requiere con urgencia para asumir plenamente la democracia, aquella que reconoce el papel central de los ciudadanos y ciudadanas en la construcción de una sociedad igualitaria, incluyente, cuidadora y ambientalmente sostenible. Esa convicción es aún más fuerte hoy, y más urgente emprender las acciones necesarias para construir la convergencia de fuerzas sociales que la hagan posible.
Con todos estos antecedentes, te pedí unas cuantas horas para pensarlo y consultarlo con mi familia y amigas más cercanas. Ese mismo día, a las 2 de la tarde, inscribimos nuestras candidaturas en medio de la alegría y la esperanza que necesitamos con urgencia recuperar para seguir enfrentando los desafíos que nos plantea esta pandemia, y para construir soluciones a los grandes problemas que nos aquejan.
Iniciamos nuestra campaña, que coincidimos en calificar como una gesta de la Colombia Humana, al mismo tiempo mágica y ardua. Viajamos a múltiples regiones para dar a conocer nuestro programa y también para escuchar a cientos de niñas y niños, jóvenes, mujeres, hombres, personas mayores, indígenas, comunidades afro, población LGBTIQ, campesinos y campesinas. Fue una campaña en clave multicolor y llena de esperanzas. Como mujer feminista, y en conjunto con un número importante de mujeres de todas las condiciones sociales y provenientes de las distintas regiones del país, aportamos un decálogo que buscaba contribuir a cerrar la deuda histórica que nuestro país tiene con el 52 % de su población. Contigo nos comprometimos a cumplir plenamente estas 10 propuestas trazadoras de una agenda sólida que, de haber ganado la presidencia y Vicepresidencia, habríamos desarrollado desde el gobierno con las mujeres, las jóvenes y las niñas.
El habernos constituido como la segunda fuerza política en Colombia, con más de 8 millones de votos, implicó que de conformidad con el Estatuto de la Oposición llegáramos a ocupar una curul en el Senado y en la Cámara, haciendo parte de la llamada bancada de la oposición. Desde este escenario, y trabajando en forma colectiva, hemos podido presentar proyectos, hacer control político y conformar una fuerza política que busca proteger la aspiración de vivir en un país en paz y con justicia social que transita hacia una profunda transformación.
Mi regreso al Congreso de la República después de recuperar la curul, tras 15 meses de litigio jurídico en el Consejo de Estado, permitió ratificar el carácter personal y de derecho fundamental de “la curul de la Paz” como me gusta llamarla, ya que es un legado del proceso de paz que debe ser reavivado, ampliado y profundizado para que la violencia política no siga ahogando en sangre las posibilidades de atender las urgentes tareas que nuestro país demanda. Esta curul también le pertenece a la ciudadanía.
El trabajo permanente con distintas organizaciones feministas, ambientalistas, de defensa de los Derechos Humanos, de veeduría y protección de lo público y de lucha contra la corrupción, de jóvenes, sindicatos, indígenas, entre otras, me ha llevado a reconocer la urgencia de trabajar una agenda que, construida desde y con las mujeres, proponga caminos y soluciones para el 99% de los colombianos y las colombianas. En decenas de foros adelantados durante este tiempo de pandemia, y que fueron organizados y contaron con la participación de innumerables personas quienes trabajan cotidianamente por hacer realidad el contar con un Estado Cuidador y una ciudadanía que priorice la protección de la Vida en todas sus expresiones, hemos considerado que hay que trabajar por un espacio político en el cual se reconozca nuestra agenda. Durante estos meses, he ratificado mi condición de mujer y de lideresa que trabaja en clave colectiva de la mano de múltiples organizaciones y movimientos quienes aspiran a un profundo cambio para nuestro país. ¡El cambio es con las mujeres o no será!
Por circunstancias que conocemos bien, y por acciones, omisiones e injustificados silencios a los que he hecho referencia de manera pública, siento que estas aspiraciones no tienen hoy espacio político en Colombia Humana. Por el contrario, mi condición de mujer feminista y libre ha sido duramente atacada desde algunos sectores del movimiento. He dicho en algunos medios que me quedé sin espacio político, y que ha resultado muy difícil hacer un trabajo conjunto contigo y adelantar una tarea de organización al interior del movimiento.
Sigo pensando que la propuesta programática de Colombia Humana es urgente para nuestro país, pero que debe abrirse para ser enriquecida con otras perspectivas que permitan avocar de manera serena pero firme la transformación política, social, económica y cultural que requerimos para dejar de ser uno de los países más desiguales y violentos del mundo.
Desde donde me encuentre seguiré trabajando, seguiré aportando, seguiré tejiendo para consolidar una gran convergencia de fuerzas progresistas que sin vetos, nos permita enfrentar el verdadero adversario que hoy en día representan las fuerzas de derecha y ultraderecha cuyo ejercicio autoritario y excluyente del poder nos ha llevado a la situación de crisis económica, desempleo, de pobreza, de marginación, de violencia, de inseguridad, de miedo y de desesperanza que hoy aflige a la nación colombiana.
Continuaré recorriendo nuevos caminos políticos donde nuestras propuestas, y las de millones de mujeres y hombres que queremos trabajar hombro a hombro por la igualdad, la inclusión y el cuidado de la vida y de sus fundamentos, sean reconocidos como parte fundamental y decisiva de la transformación que exige Colombia para hacer realidad ese gran pacto social y político que significó la Constitución del 91.
A la largo de este camino, estoy segura de que podremos retomar el diálogo respetuoso que hemos sostenido, y que confío nos permitirá tomar las mejores decisiones que las circunstancias aconsejen para el bien de este país que tanto amamos.
Ángela María Robledo Gómez
La carta tiene fecha del 17 de enero de 2021. La congresista agregó este video, que se encuentra en el canal de El Unicornio.