Por LUIS EDUARDO CELIS
En medio de las ya tensas relaciones entre Colombia y Venezuela, esta semana se han presentado operaciones militares de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en La Victoria, estado de Apure, población situada justo al frente de Arauquita (Arauca), sobre el río Arauca, contra integrantes del Frente 10 de las Farc. Desde el domingo pasado iniciaron acciones de control y registro, que han dejado a dos oficiales venezolanos muertos y más de treinta capturas, son serios cuestionamientos de en torno a si realmente son ilegales todos los capturados.
En los últimos días se han producido noticias de nuevos ataques, de aparentes acciones de confrontación y de atropellos contra la población se dicen muchas cosas. Lo cierto es que cerca de cuatro mil venezolanos han cruzado el río Arauca hacia la población de Arauquita, y se han ubicado en campamentos humanitarios. Se ha desplegado todo un dispositivo para su atención por parte de la alcaldía de Arauquita, la gobernación de Arauca, entidades del gobierno nacional y organismos humanitarios internacionales. (Ver video).
Esta situación ha sido seguida por los medios de comunicación y ha tenido respuestas al más alto nivel, tanto en Colombia como en Venezuela. Para el Gobierno de Iván Duque son hechos de la mayor gravedad, que deben ser monitoreados por la comunidad internacional. Para el gobierno venezolano es una conspiración urdida desde Colombia, así lo expresaron en un comunicado firmado por el General en Jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, Vladimiro Padrino López: “Resulta imperativo recordar a la comunidad internacional que los precitados grupos cuentan con el patrocinio del gobierno de Colombia y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), razón por la cual sus incursiones en el espacio venezolano deben considerarse como una *agresión auspiciada por Iván Duque*, toda vez que éste les proporciona apoyo logístico–financiero, creando un corredor criminal en la frontera con el asesoramiento del Comando Sur de los Estados Unidos de Norteamérica; en tanto, no es casual, que estos eventos coincidan con la reciente creación de una Unidad Élite de Acciones Especiales.”
La presencia de la guerrilla colombiana en territorio venezolano es tema de vieja data y si bien de cuando en cuando se presentan choques con muertos y capturas, esta es la más grande operación militar de la que se tenga noticia durante los gobiernos de Chávez y Maduro.
Los motivos de este operativo han generado muchas suspicacias, pero sin duda es un hecho que muestra que en Caracas le están dando mayor atención a la presencia de grupos irregulares colombianos, a los cuales se les acusa de estar bajo el control del gobierno colombiano, acusaciones de marca mayor que van a colocar las ya tensas relaciones en un punto de mayor algidez.
Lo cierto es que ninguno de los dos países tiene pleno control de sus territorios y la presencia de irregulares de muchos pelambres es hoy una realidad de lado y lado, en medio de dos gobiernos sin canales diplomáticos ni políticas de colaboración, son los ilegales los que vienen controlando y mandando desde su entender autoritario y criminal sobre la frontera y las comunidades que allí habitan.
Un segundo tema en relación es el informe 2020 de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes -JIFE-, organismo de las Naciones Unidas, que afirma: “También se ha detectado en Zulia la presencia del cártel mexicano de Sinaloa, que ha aprovechado las pistas de aterrizaje para construir centros de tránsito y recogida de estupefacientes, con el apoyo del Ejército de Liberación Nacional de Colombia, que ha ampliado sus actividades en la República Bolivariana de Venezuela.”
Esta aseveración de que hay presencia del cartel de Sinaloa trabajando con el ELN para el trasiego de estupefacientes en territorio venezolano, se suma a una reiterada afirmación tanto de presencia permanente del ELN en Venezuela, como de su mayor involucramiento en el narcotráfico. Ambas cosas han sido negadas por esta organización, pero ahora es la ONU la que lo dice. Tema de la mayor gravedad, que puede reforzar la idea de que el ELN es una amenaza hemisférica, como fue proclamado en la III Conferencia Ministerial Hemisférica de lucha contra el Terrorismo, desarrollada en Bogotá en enero del 2020, justo cuando se cumplía un año del ataque que perpetraron contra la Escuela de Policía General Santander, acción que cerró toda posibilidad de dialogo. En la declaración de esta conferencia se dijo: “Reconocieron como una amenaza a la estabilidad de la región, la acción del autodenominado Ejército de Liberación Nacional (ELN), el cual perpetra actos terroristas y actividades criminales de inaceptable violencia y obtiene financiamiento de origen ilícito.” Con este tipo de declaraciones se mantiene una política de presión sobre el gobierno de Nicolás Maduro, acusándolo de complicidad con el ELN. Ahora se insiste en la persistencia de temas de narcotráfico, que por supuesto viene desde Colombia.
En todo caso, hay evidencia más que abundante de que persistir en la guerra contra las drogas nada nuevo ha traído, bien valdría la pena recordar la expresión que mejor retrata el fracaso de esta política: “Las drogas mandan decir que ya ganaron la guerra”.
Esta grave crisis entre los gobiernos de Colombia y Venezuela requiere ser repensada y replantear lo más evidente: la cacareada política de “cerco diplomático” que ha liderado el gobierno de Iván Duque es un fracaso. Hay que buscar otros caminos, volver a la diplomacia, a pararse en la realidad: en Venezuela hay una profunda crisis política, económica y social que solo puede ser resuelta por los venezolanos, con diálogos y acuerdos, ambos difíciles pero necesarios.
Para rematar tan oscuro panorama, no olvidemos esta noticia: “El Ministerio de Defensa Nacional y la empresa Embraer (Empresa Brasilera de Aeronáutica S.A.) formalizaron la firma del contrato para la compra de 25 aeronaves de combate táctico, destinadas para la Fuerza Aérea Colombiana”. Esto forma parte de la convicción de que hay que armarse para una eventual escalada, tema de la mayor gravedad. Para los que se preguntan por qué vamos a gastar en tiempos de pandemia 4.000 millones de dólares en esta compra, hay que responder: porque el Uribismo mucho interés en embarcarnos en tremendo desastre, hay que tener los ojos muy abiertos y decir con claridad: no queremos más guerra, menos con Venezuela.
Hay grandes jugadas moviéndose en esta crisis en curso: están los grandes jugadores, Estados Unidos, China, Rusia, Irán y Turquía. Todo esto es para no dormir tranquilos, ameritaría reforzar el control político en el Congreso de la República, buscando modificar esta nefasta política de no tener relaciones diplomáticas con Venezuela y en cambio una abierta hostilidad: un absurdo de pies a cabeza.