Una institución que se ha visto seriamente perjudicada por cuenta de la pandemia que impidió la realización de las misas, los rituales y las procesiones de la Semana Santa, fue la Iglesia Católica. Sobre todo en lo económico, porque la visita masiva de fieles devotos a los templos durante estos días dejaba unos buenos réditos en las arcas de los que administran la fe religiosa. Sin embargo, conviene saber que los sacerdotes dependen más de su sueldo que de las limosnas. En otras palabras, ellos cuentan con sus propios ingresos, tienen su salario y alguno que otro lujo.
En Bogotá un sacerdote de la curia gana tres salarios mínimos, es decir 2.633.409 pesos mensuales; un vicario parroquial (lo que se conoce como el cura párroco) recibe dos salarios mínimos y medio, y un diácono un salario mínimo y medio; mientras que un obispo recibe cuatro salarios mínimos, algo más de 3.200.000 pesos. Estos últimos tienen derecho a un carro con conductor.
Sin embargo, este salario no es el mismo en todas las zonas de Colombia. En algunas iglesias las diócesis subsidian a los curas con 500.000 pesos mensuales.
Según El Tiempo el manejo de las ofrendas o limosnas, así como los servicios religiosos exigen hoy a los párrocos y obispos hacer presupuestos anuales, llevar contabilidad, pagar impuesto al valor agregado (IVA), hacer retención en la fuente, presentar declaración de renta y hasta someterse a complicadas normas de información financiera (NIF).
Las limosnas, como en cualquier empresa, son consignadas en la cuenta corriente de la parroquia por un contador. El párroco ejecuta el presupuesto, que incluye el dinero que ingresa por servicios parroquiales. El sacerdote se gira su propio sueldo, paga empleados, arriendos y demás gastos, incluidos los tributarios. Lo único que no paga es impuesto predial, pues por concordato con el Estado los templos no están obligados a cubrir dicho tributo.
Entre el 1 y 2 por ciento de las limosnas se giran mensualmente a la vicaría zonal, que lo asigna a su presupuesto. Lo que sobra se le gira a la vicaría general de la diócesis o de la arquidiócesis, según sea el caso.
El vicario administrativo de la diócesis recibe los aportes de cada parroquia para un fondo común, de donde salen sus gastos y las ayudas para las parroquias pobres, que son muchas. Al mismo tiempo la diócesis gira de sus excedentes unos aportes a la Conferencia Episcopal, para su sostenimiento, y otros a la Nunciatura, que envía esos recursos a Roma para el funcionamiento de la Santa Sede.
De acuerdo con Rafael Cotrino, vicario administrativo, una parroquia pobre recauda mensualmente menos de un millón de pesos en limosnas; una parroquia mediana unos 20 millones, y una grande hasta 50 millones de pesos o más.
El artículo citado de El Tiempo también menciona que los sacerdotes diocesanos no pagan seguridad social, sino que la asume la parroquia. A estos curas al cumplir 75 años los jubilan, se tienen que ir para sus casas. Los padres de comunidades no se jubilan, sino que se quedan en casas especiales hasta el fin de sus días. Estos últimos no tienen salario y es la respectiva comunidad religiosa la que corre con todos sus gastos.
De otro lado, los párrocos tienen vacaciones anuales de 15 días pagos.
Y a todas estas ¿cuánto gana el Papa? El portal Catoliscopio señala que los cardenales reciben una compensación del orden de 5.000 euros mes. Sin embargo, la noticia sorprendente es que el único prelado de la Iglesia Católica que no recibe sueldo es el Papa.
El “Santo Padre” recibe un pago honorífico anual que consiste en tres monedas, una de oro, otra de plata y una tercera de bronce. Se las entregan una vez al año, hasta que muere.
Esto de ningún modo le incomoda al Papa Francisco, de quien conviene recordar que cuando fue elegido como el sucesor de Pedro, renunció a lujos como el coche oficial, la escolta y un apartamento privado, para ir a refugiarse a una pequeña habitación del Vaticano.
En lugar de ganar un salario, todos los gastos de subsistencia del Papa como comida, viajes y vivienda se pagan con los fondos de la Curia. La excepción es el Papa Emérito Benedicto XVI, que vive jubilado en el Vaticano con un sueldo mensual de 2.500 euros.
Lo anterior significa que durante esta Semana Santa tan particular el presupuesto de la Iglesia Católica se verá algo mermado, pero ellos, mientras se normalizan las cosas, deberán ser ejemplo de templanza practicando la pobreza y el sacrificio que nos enseñó Jesucristo en su paso por este mundo despiadado.