Cuatro deportistas en el Olimpo

Ir a los Juegos Olímpicos es un privilegio que se les da a los mejores deportistas de cada país y, por tanto, es un orgullo portar los símbolos de la nacionalidad y llevar a cuestas las esperanzas e ilusiones de un país.

Los miles de deportistas que se congregaron en París tenían la misión de hacer su mejor presentación, muchos con la responsabilidad de demostrar que son los mejores del mundo y otros con la expectativa de superar sus actuaciones y resultados personales.

El logro que consigue cada deportista depende de su preparación física y mental, pero también de circunstancias inesperadas, como una caída, una enfermedad o un accidente, que evidentemente se presentan y son frustrantes y dolorosos.

El resultado final para cada país es la consecuencia de su política deportiva, de su interés por tener escuelas de formación, por la decisión de poner más recursos de apoyo a ligas y federaciones, por el estímulo a los entrenadores, por el patrocinio de la empresa privada y por el respaldo del sistema educativo.

Es por todo esto que no nos debe asombrar que Colombia haya obtenido solo cuatro medallas, ninguna de oro. Eso es lo que somos en materia deportiva y nada más.

Si queremos ser más victoriosos y regresar de los grandes certámenes llenos de medallas, es necesario que se adopte una política consistente y de largo plazo, que permita formar deportistas para la alta competencia; porque lo que hay hoy es la aparición furtiva de hombres y mujeres con condiciones excepcionales, que brillan en competencias internacionales por sus propios méritos. Su ascenso deportivo se debe a su tenacidad y sacrificio personal, a su lucha por ser alguien en la vida, al apoyo incondicional de su familia y al respaldo de entrenadores, que comprometen sus mejores esfuerzos e incluso sus recursos, por apoyar a quienes demuestran tener las agallas para cambiar su destino.

Nuestros medallistas Ángel Barajas, Yeison López, Mari Sánchez y Tatiana Rentería, son de esos deportistas que han crecido en medio de condiciones bastante precarias y reeditan la historia de casi todos nuestros campeones olímpicos.

La mayoría de estos cuatro campeones, de los 12 deportistas que obtuvieron diplomas olímpicos y de los otros 72 jóvenes que portaron los emblemas nacionales, muestran una historia familiar compleja: capturados por la extrema pobreza y desplazados por la violencia. Esa es la realidad nacional.

Los 88 deportistas que estuvieron en París, enfundados en la camiseta colombiana, son dignos de exaltación, porque son lo mejor del deporte nacional y porque compitieron con responsabilidad y respeto en estas justas olímpicas.

A los cuatro deportistas risaraldenses que asistieron a los Juegos Olímpicos y que obtuvieron diplomas: Yeni Arias en boxeo, Luis Felipe Uribe en clavados, Sandra Lorena Arenas en atletismo y Marcela Restrepo en fútbol, el reconocimiento de una sociedad que enaltece a sus mejores atletas.

@humbertotobon

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