¡Cuidado con el gabismo!

—Qué alegría me da que le den premio como persona del año a Carlos Vives —gritó eufórica Maurén—. Y ahí sí calladitos esos mamertos que lo atacaron porque le cantó la verdad a Márquez, el escritor comunista ese que estará ardiendo en el infierno.

—A mí también me alegra —respondió doña Nati—, y ojalá siga cosechando premios y más premios como persona, porque seguramente es una buena persona. Hay “premios” que se dan en estos espacios, pero no necesariamente referidos a calidad artística, sino a otras circunstancias, como el nivel de ventas, o este, por ser buena persona. Yo le daría otro premio: el de difusor de nuestra música; pero no le daría el premio como intérprete, porque no tiene nivel suficiente, ni siquiera en los textos; por ejemplo, en ‘Amor sensible’, su versión dice que «eres mi duda esperanza» (?), cuando el original de Molina dice «eres mi luz de esperanza». Pero, bueno, lo importante es que Vives es una buena cara de Colombia; no la mejor, artísticamente hablando, pero una buena cara, de todos modos.

—Pero ¿qué dicen de la cantada de tabla que le metió al tal Márquez?, una mala persona, sin duda, que trataba mal a la gente y tocaba besarle las patas para que recibiera a alguien en su casa.

—Piense que, si tiene jefe de protocolo un párroco de Bucaramanga, seguramente un premio nobel también lo tenga, querida Maurén —contestó el ilustre profesor Gregorio Montebell—, y cada quien maneja su tiempo y su agenda. Para comenzar esta discusión, hay que saber que el apellido de “ese tal escritor comunista”, como ustedes lo llaman, es García, y todo indica que usted, como tantos de sus “críticos”, no se ha tomado la molestia de leerlo. Recuerdo que un tío mío decía hace muchos años que no le gustaba García Márquez porque escribía muchas groserías. Años después, quizá por la canción de Zabaleta, decía que no le gustaba porque no había querido ayudar a Aracataca. Un hermano suyo (otro tío mío), lector voraz, decía que seguramente no le gustaba Gabo porque seguramente nunca habría leído alguna de sus obras. Y así pasó con alguno de mis estudiantes; cuando sugerí leer a Gabo para la clase, su respuesta fue tajante: que no le gustaba porque era muy malo. Le cité títulos hasta que, después de varios “este tampoco lo he leído”, confesó que en realidad no había leído ninguno.

—Pensar que cada día debo ser más precavido cuando hablo de García Márquez —interrumpió el “gabista” Eduardo—; porque tropiezo con quienes no lo quieren; y resulta tan delicado como tener ideas políticas contrarias o ser ateo. 

Los invito a continuar esta conversación la próxima semana.

@PunoArdila

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