¿Dañar obras de arte para protestar? ¡Brutos!

—La destrucción del patrimonio cultural como táctica de guerra ha sido una práctica tristemente habitual a lo largo de la historia, y sus consecuencias siguen resonando —clamó doña Nati—. ¿Qué significado puede contener insultar a un directivo y destruir obras de arte, como ocurrió en la UIS?

—Yo creo que ser directivo de la Universidad precisa tener cuero duro para que le echen madrazos a uno —contestó el profesor Bernardino—. Si, nada más como profesores, cuántas veces nos madrean los chinos porque no les ponemos la nota que quieren; pero, particularmente en el caso del vicerrector agredido, conociéndolo como lo conozco, él debe estar durmiendo tranquilo en su casa, despreocupado de esos grafitis insultantes, porque se trata de un tipo honesto, de buena fe y seguro de lo que hace, que, además, actúa siempre con la mejor intención por su universidad. Los insultos solo expresan la indignación de los mismos que no dijeron nada cuando saquearon la Universidad y se robaron los equipos de cómputo.

—Hay que cotejar dos bienes humanos —dijo el ilustre profesor Gregorio Montebell—: el derecho a la protesta, que siempre implica lesiones a un bien, y la comparación entre ese bien y el derecho que también lo convertiría en un bien para quien está protestando. Ese problema de proporcionalidad, cultural e histórica, muestra valores distintos para las partes, y, si entendemos la cultura como un patrimonio colectivo, habría que comparar los valores de lado y lado, porque realmente lo que están tratando de hacer los protestantes es situar como más importante un derecho que se está negando o una aspiración a un bien que se convertiría en derecho. Es complicado, sin duda.

—Permítanme complementar, profesores —interrumpió el maestro Domingó—. La destrucción de obras artísticas por quienes supuestamente desean protestar contra “algo” se puede calificar como un acto estúpido que revela traumas psicológicos y limitaciones mentales, posiblemente envidia, aunque sus motivaciones estén envueltas en discursos reivindicativos. Las obras de arte pueden mostrarles a esas personas lo que no tienen, y desencadenar sentimientos destructivos, que pueden evolucionar hacia cólera u otras emociones, que posiblemente no manejan adecuadamente. Terminan expresando resentimiento, furia, indignación, irritabilidad, tristeza, inseguridad, autocompasión y desesperación. Estos actos de protesta, con destrucción de obras de arte, generan rechazo social y demuestran falta de imaginación, creatividad e inteligencia de los protestantes. Las expresiones artísticas, como la pintura, poseen una inteligencia inherente que les falta a estas personas, lo que podría estar motivado por envidia, aunque no sospechen de que así sea, y supongan que es un acto político. Sería recomendable buscar formas de protesta más inteligentes para que sus argumentos, si los tienen, sean tomados en serio y no sean rechazados de entrada.

@PunoArdila

Sobre el autor o autora

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial