Si a alguien le diera por preguntarse a qué obedece que el humorista Daniel Samper Ospina la esté emprendiendo de manera tan obsesiva contra el presidente Petro, la única explicación posible es que sus asesores de mercadeo le hayan aconsejado algo así como “ocupe ese nicho de mercado, no se salga de ahí, explótelo de manera sistemática; esto le aporta mucho dinero en monetización”. ¿Y a quiénes atiende en ese nicho, cuál es su target group o público objetivo? Pues los más de 10 millones de colombianos que votaron hace dos años por Rodolfo Hernández, una gran mayoría de los cuales odia a Petro desde lo más profundo de su corazón.
Resulta sin duda llamativo que es Samper Ospina el único de Los Danieles cuyo tema repitente día y noche es Petro, Petro, Petro… mientras los demás (incluida la cuarta mosquetera, Ana Bejarano) se ocupan de abordar variados ítems, unas veces a favor y otras en contra del Gobierno, dependiendo del asunto que los ocupe. Verbi gratia, el papá del susodicho la agarró en días pasados contra “el derribo grosero” de una estatua que le habían erigido al torero César Rincón en Duitama, pero a este se le perdona porque algún defecto tenía que tener, como es su lamentable y quizás aberrante afición a la tauromaquia. Me refiero por supuesto a Daniel Samper Pizano, a quien el país debería erigirle una estatua -a este sí- en su condición de decano del periodismo investigativo en Colombia.
Ahora bien, si de aberraciones se ha de hablar, fue María Jimena Duzán la que en columna para Cambio inventó hace dos años la palabra ‘petrofobia’, en desarrollo de la campaña electoral por la Presidencia. Y si hay alguien a quien le casa como anillo al dedo, es al comediante y columnista Daniel Samper Ospina.
A María Jimena ha dejado de quererla el más fervoroso petrismo idolátrico, pero hay quienes creen -o creemos- que a pesar de los errores que haya cometido por señalamientos que no ha podido probar, no se puede decir que albergue una intención soterrada contra el presidente. Y sin desconocer que fue también errado el calificativo que usó el mandatario para señalarla: periodismo Mossad.
Volviendo al tema que nos ocupa, Duzán define una diferencia entre el miedo (“emoción básica del ser humano que permite prender las alertas ante el peligro”) de una fobia: “miedo irracional, trastorno producido por algún estímulo real o imaginario”. En consecuencia, ve la petrofobia como ese “miedo irracional que se ha desatado en el establecimiento colombiano por todo lo que huela a Gustavo Petro”. (Ver columna).
Y si hay un eximio representante de ese desajuste psicológico, es Daniel Samper Ospina, de quien considero ético informar que éramos amigos, al punto de haber recibido más de una invitación suya a sus obras teatrales, pero nos distanció la última campaña electoral, cuando en respuesta a un trino donde expuse como hipótesis que a Egan Bernal le estarían haciendo sus trinos desde la campaña de Fico Gutiérrez (ver trino), él afirmó lo siguiente: “Me impresiona la forma en que la política envilece corazones: ya están montando la narrativa de forma persistente de que @Eganbernal es un vendido porque no va a votar por el candidato que ellos apoyan. (Ver trino)”.
Ojo, Egan venía de defender a Petro cuando en entrevista con Vicky Dávila ella trató de hacer que hablara mal de él, y esto sembraba una sospecha que le daba sustento a mi hipótesis. (Ver fragmento pertinente).
Sea como fuere, es a partir del trino citado donde me permito voltear la torta para afirmar que, en comprobación de la Ley del espejo y referente a su trastorno puntual, es a Samper Ospina a quien se le debe aplicar su ya trasnochada acusación contra el suscrito: “impresiona la forma en que la política envilece corazones”.
Debe tener envilecido él su corazón, ciertamente, cuando le da a uno por repasar tanto los títulos de su NotiDanny como los de sus columnas, y en referencia tan solo a las del año en curso en Los Danieles, se descubre el uso casi monotemático y obsesivo de una palabra en particular: Petro.
- Si Petro hubiera dicho la verdad (30 junio 2024)
- En la urna de Petro (23 junio 2024)
- La peor reforma de Petro (26 mayo 2024)
- Jálele al respectico, Petro (12 mayo 2024)
- Día Cívico sin Petro (21 abril 2024)
- En la cachucha de Petro (12 abril 2024)
- Cosas que va a intervenir Petro (7 abril 2024)
- Si Petro fuera el Mesías (31 marzo 2024)
- Petro se parece a Chávez (17 marzo 2024)
- Cosas que no entiendo de Petro (25 febrero 2024)
¿A qué puede obedecer el uso reiterado, incluso acosador, de la palabra Petro? Creo haber formulado la respuesta arriba, en doble interpretación: por un lado, su petrofobia; pero sobre todo porque está dedicado a la explotación -diríase perversa- del uso reiterado de ese nombre, con base en una verdad de Perogrullo para todos los mercadólogos de este país: que los dos nombres que más generan tráfico (y por tanto monetización) en redes sociales y en todos los medios virtuales son Petro y Uribe. Y en ese orden.
El problema de fondo, en últimas, es que la combinación de petrofobia y asedio constante contra la figura del presidente parece ponerlo, indefectiblemente, del lado del proyecto político de Álvaro Uribe y su partido de extrema derecha, el Centro Democrático.
¿O me equivoco? Solo pregunto.
DE REMATE: Un trino reciente del nuevo ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, dice esto: “Por un par de días y por cuenta de James, Lucho y todos los muchachos de la selección, dejemos de pelear. Colombia necesita UNIÓN”. (Ver trino) En aras de contribuir a tan loable propósito, considero que nuestro presidente debería invitar a ciertos medios y periodistas críticos de su gestión a discutir sus diferencias y llegar a conclusiones que permitan conocer en qué se han equivocado, y en tal medida qué tanto deben ceder unos… y otro. La gente se entiende hablando, decía mi taita. Chao.