De un ciudadano común para los dos Gustavos

N de la R: Al correo de El Unicornio llegó esta comunicación dirigida a los destinatarios arriba citados, cuya identidad fue confirmada y podría ratificarse si alguno de los dos Gustavos accediera a un encuentro con el remitente de la misma.

Estimados presidente y director del DPS, Gustavo Petro y Gustavo Bolívar, reciban un cordial saludo. Soy un trabajador de la salud que no puede dar a conocer su identidad, pero se cree en el deber de hacer algunas reflexiones que de pronto pudieran serles útiles.

Como ciudadano de a pie he apoyado hace muchos, muchísimos años el proyecto político progresista, desde los días del Polo Democrático Independiente (PDI) presidido por el brillante abogado y profesor universitario Carlos Gaviria, continuando con los esfuerzos ‘visionarios’ de Antanas Mockus y finalmente celebrando su victoria compartida, queridos presidente Petro y Gustavo Bolívar.

Fue inmensa mi alegría ante el triunfo de la Colombia Humana, por lo que significaba la concreción de la esperanza del cambio, pero comienzo a sentir una gran preocupación: con el paso de los meses se aprecia cómo de forma lenta y consistente la ultraderecha, gracias a su inmenso poder mediático, viene ganándose la favorabilidad de la opinión pública haciendo que en las mentes ignorantes y fácilmente influenciables de miles de colombianos -en muy alta proporción- opere el hechizo de un engaño que les impide apreciar en su justa realidad los más importantes logros que ha conseguido este Gobierno.

Esa ultraderecha asume la normalización de la mentira como su forma de hacer política, generando un nuevo paradigma: “si la mentira genera efectos políticos, es tan legítima como la verdad”.

Tengo la impresión de que ha habido una incorrecta o inadecuada Comunicación por parte nuestros actores gubernamentales, motivo por el cual los medios hegemónicos continúan cosechando narrativas que incitan a fomentar la indignación o el desconsuelo, teniendo como sustento ideológico los postulados de la posverdad demagógica impuesta por Rupert Murdoch y su Fox News, con la que de manera tan eficaz contribuyeron en su momento a la victoria del también derechista Donald Trump.

El progresismo descuida que para consolidar los avances políticos y construir los verdaderos cambios sociales, es necesario fortalecer la lucha ideológica. Esto implica tratar de propiciar un equilibrio en la correlación mediática de fuerzas, y en tal medida se requiere contar con el apoyo de medios de comunicación propios y/o aliados, tanto para divulgar los logros como para promover desde un enfoque pedagógico los valores culturales del cambio, tan decisivos para que nos ayuden a mejorar y progresar como sociedad.

La mejor manera de combatir el sistema de medios hegemónicos de esos sectores oligárquicos que no tienen problemas en mentir y manipular, es conquistando el verdadero poder, el poder cultural, mediante una comunicación directa y fluida con el pueblo, con las bases populares.

Más allá del carisma o la capacidad comunicativa de nuestro líderes, considero legítimo insertarse en las redes sociales con muchos influenciadores del cambio, y montar muchas vallas publicitarias con muchos mensajes claros, en abundancia si es posible, y apoyar a los medios alternativos y regionales, y a los canales de televisión comunitaria y demás formas de comunicación popular.

Si no es así, seremos derrotados por quienes detentan el poder económico y gran parte del poder cultural, esos mismos que se dedican a desestabilizar a través de los ya conocidos golpes blandos, en busca de generar una “desesperanza nacional” que haga que unas mayorías (que se dejan contar en las urnas) se identifiquen con los planteamientos de la extrema derecha.

Así ocurrió con ocasión del plebiscito de 2016, cuando el SÍ de la paz fue derrotado por el NO de los violentos, quienes lograron inclinar la balanza a favor de la profundización del conflicto y llevaron al nefasto Iván Duque al poder, simple instrumento dócil del verdadero “dueño de todos los fierros”.

Nadie quiere que tan ominoso escenario se repita, pero parecería inminente una segunda irrupción. Palabra que sí.

Atentamente,

Un ciudadano de a pie

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