Por PUNO ARDILA
Antes, un ministro era una persona honorable, que prefería, para evitar que se pusieran en tela de juicio su honra y su dignidad, renunciar a su cargo cuando se lo cuestionaba, y los argumentos y las pruebas eran contundentes, como en la actualidad con los ministros que han pasado por la inútil “moción de censura”. Eso es lo que llaman “hacerse a un lado”; y más tarde la investigación le daría o no la razón.
Después, robar se hizo en la política común, tan común y hasta tan popular, que la respuesta de un ministro a una acusación seria no pasaba de un rubor del acusado, y tras la subsiguiente “investigación exhaustiva” nunca se llegaba a esclarecimiento alguno. Pero se sonrojaba el ministro, cuando menos.
Hoy es peor. Como un jugador de fútbol que ha levantado a pata a un rival, y el árbitro le sale a deber por pitarle la falta: el jugador, furioso, grita y manotea, y frente a las pruebas del iluminante VAR patalea y jode, y hasta le zampa su trompada al árbitro por atreverse a llevarle la contraria. Así pasa también cuando aparece mágicamente algún agente de Tránsito y quiere levantarle un comparendo al que acaba de pasarse un pare o está parqueado en zona prohibida; el conductor se lo traga a gritos e insultos. Desde la época de Pablo Escobar lo normal, lo habitual, lo “bien” en las calles colombianas, es la infracción y el delito, y atreverse a cuestionar, acusar o procesar al delincuente significan agresión y hasta la muerte.
Lo mismo ocurre en el Senado: con todo desparpajo y descaro la ministra de las TIC, la señora Des-Karen Abudinen, leyó su libreto a grito herido, y hasta prometió iniciar un proceso en contra de quienes tuvieron la osadía de convocarla. Y llegó pisando duro, como gallo basto, porque sabía (y sabe) que, así como las mulas se buscan para rascarse, la corrupción en este país es un sistema que cobija a una mayoría aplastante en el Congreso, y que puede estar tranquila cuantas veces quiera, porque nada le pasará. Como dicen en mi tierra: «Tras de que se pedan, se enojan».
La señora Deskaren sacó pecho por eso que ella y los suyos llaman “amor por la patria”, pero que muchos de nosotros, los que no tenemos la dicha de ser clasificados por ellos mismos como “gente de bien”, hemos podido entender. Hasta ahora vamos entendiendo que “patria” significa “poder y dinero”, o algo así. Pero lo que sí tenemos muy claro es que mientras la mayoría del Congreso se amanguale para que se sigan robando el erario, los colombianos seguiremos igual de jodidos. Y hasta más.
Teguméntum mensæ. El mensaje de la Real Academia Española es que el uso del verbo “abudinear – abudinar” fue detectado en redes sociales en los últimos días como sinónimos de “robar – estafar”; pero el que sea detectado no significa que se apruebe. Si esto llega a suceder, se deberá a su uso extendido en el espacio y en el tiempo. Toca esperar.
@PunoArdila
(Ampliado de Vanguardia)