Alguna vez, hace al menos treinta años, les propuse a algun@s amig@s que debíamos darle vida a una creadora del mundo que fuese negra, palestina y musulmana. Cuatro condiciones que en el siglo XX y lo que va del XXI convierten a las personas que las llevan consigo en víctimas, siendo el blanco perfecto de las discriminaciones y las violencias más atroces de los últimos siglos.
Ante este clamor, los dioses se han unido para hacerlo realidad. La diosa creadora de la humanidad ya es negra. Saltó de la capilla Sixtina a un barrio de Chicago, donde la artista Harmonia Rosales, negra y nacida en esa ciudad en 1984, e hija de cubanos, ante la ausencia de los negros en las más grandes obras del Renacimiento, decidió que de sus pinceles, los de ella, las diosas negras tomarían vida donde los dioses y diosas blancas ocuparon todo el espacio artístico y con él, dirigieron la dominación de más de media humanidad a través de la religión, creando los más grandes tormentos para millones y millones de seres inocentes.
Si el origen del hombre se ubica hace unos 200 mil años en el continente africano, allá donde hoy se encuentra Botsuana, la creación por supuesto ha de ser negra y ocre como la tierra que vio nacer a la primera rama del árbol filogenético humano.
‘La creación de Dios’ de Rosales de 2017, fue motivo de regocijo para miles de personas que la vieron en ‘Black Imaginary to Counter Hegemony’, la primera exposición individual de la artista, pero también fue la diana a la que apuntó el más duro rechazo, lanzado por la crítica conservadora que calificó esta obra como «vergüenza repugnante y apropiación cultural».
Se dice en el Génesis que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Pues la diosa negra de Harmonia Rosales creó a Eva partiendo de su imagen, negra y con visos de terracota, el color de la tierra de los orígenes de la humanidad. Esta diosa con canas, estas sí muy blancas, se encuentra rodeada de ángeles negros y de otra mujer, ubicadas junto a ella dentro de ese útero donde se parió el mundo. Miguel Ángel Buonarroti, el artista renacentista que creó a Dios creando a Adán en el templo del catolicismo mundial, seguro que contrario a los críticos vejetes que menospreciaron a esta diosa de ébano, estaría muy orgulloso de que de su dios haya brotado esta diosa creadora de vida y creadora de esa Eva a su imagen y semejanza.
La artista ha estudiado el arte del Renacimiento. Y por lo visto, la Biblia de los cristianos también. Porque así como el dios tradicional ignora a la mujer para luego sacarla de la costilla de Adán tras los ruegos del pobre hombre que se encontraba aburrido en el paraíso, ella ha desconocido la existencia del hombre en su creación. Aquí no hay Adán a la vista, como sí había Eva en el fresco del Miguel Ángel, que se puede ver a la derecha de Dios, esperando a ser creada para acompañar al solitario Adán.
Según la pintora Rosales, su diosa le dará a la Eva negra otra Eva, muy negra, para que la humanidad a partir de ellas dos «crezca y se multiplique» a lo grande y a lo negro. Y aquí no cabe el listillo que diga, ¡pero es imposible porque dos mujeres no pueden tener descendencia entre ellas; hace falta el hombre! No tiene cabida porque, las autodenominadas sagradas escrituras no hacen gala de lógica alguna. Si no, que alguien explique cómo pudo haber descendencia entre Caín y Abel, los únicos hijos de Eva y Adán. Puestos a hacer volar la fantasía, pues bienvenidas estas dos Evas negras como madres terrenales de la humanidad. ¡Y que así sea!
Y sin prisa, que en la próxima ya hablaremos de la serpiente encantadora…
OLGA GAYÓN/Bruselas