En el Senado de la República se debatió sobre el proyecto de ley que crea el servicio social para la paz, el cual constituye una opción distinta a la del servicio militar obligatorio para los jóvenes.
El servicio militar obligatorio es una forma de reclutamiento, en algunos países es de carácter obligatorio y en otros es voluntario. En Colombia es obligatorio. Algunos piensan que aunque los argumentos al interior de la milicia hacen referencia a sentimientos patrióticos, los cierto es que este servicio garantiza mano de obra barata para la guerra.
Ante esto se les debe dar a los jóvenes la posibilidad de prestar un servicio alternativo al militar e implementar el servicio social para la paz.
Por eso, de acuerdo con los senadores Antonio Sanguino e Iván Cepeda, defensores de esta iniciativa, la contribución social de los jóvenes no debe limitarse al uso de las armas, sino que puede expresarse de múltiples formas en los territorios y con las comunidades étnicas, diversas, rurales y urbanas.
El senador asegura que “en un país con tantas desigualdades cono Colombia son los jóvenes de estratos 0, 1, 2, y 3 quienes principalmente prestan el servicio militar, más del 99 % de los conscriptos pertenece a la población más pobre del país, convirtiéndose el reclutamiento en un factor de fomento de la inequidad social”.
Los jóvenes podrían colaborar en temas como servicios sanitarios, sociales o educativos, conservación del medio ambiente, derechos humanos, mejora del medio rural, protección de la naturaleza, entre otros.
Un ejemplo importante a seguir es el de Argentina donde 129 jóvenes (aunque otras cifras hablan de 145) fueron secuestrados y desaparecidos mientras prestaban el servicio militar obligatorio en un caso de complicidad entre las Fuerzas del Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea, la Prefectura Naval, y la justicia puso en tela de juicio la conscripción.
En 2019, Argentina dio un paso importante al permitir el servicio cívico voluntario dirigido a jóvenes entre los 16 y 20 años.
Sin embargo, los congresistas Luis Eduardo Díazgranados, Juan Diego Gómez, Lidio García Turbay y Paola Holguín califican esta iniciativa como inconveniente, toda vez que se desconoce no solo los objetivos superiores que guían el servicio militar y la necesidad imperiosa para Colombia de seguir contando con sus soldados, sino que subestima todas las actividades complementarias de índole social, ambiental y otras que resultan valiosas para las comunidades y que son realizadas por los soldados.
“Pero fundamentalmente se considera inconveniente, porque además establece incentivos para quienes opten por un “servicio social para la paz” mayores o en todo caso mejores que los incentivos y condiciones actuales para la prestación del servicio militar obligatorio, esto conllevaría al abandono paulatino de las filas de la fuerza pública, poniendo en serias dificultades a las instituciones encargadas de garantizar la seguridad, soberanía e instituciones de Colombia” señalan.
Así mismo, opinan que el problema no es que se cree un servicio social, sino que a través de ese servicio social pretenda debilitarse directamente el servicio militar obligatorio, equiparando a quienes realicen un servicio social con quienes asumen los rigores y sacrificios propios del servicio militar, a través del reconocimiento de iguales derechos.
Aproximadamente en 50 países el servicio militar obligatorio no existe, bien sea porque nunca se ha reglamentado o porque se abolió. Entre estos países se encuentran: Canadá, India, Japón, Reino Unido, Sudáfrica, Portugal, Australia, España, Italia y Alemania. De otra parte, alrededor de 30 países aún tienen servicio militar, pero en alguno de ellos de manera alterna (por ejemplo, con entrenamiento sin armas) o por períodos de tiempo menores aun año, como es el caso de Estonia, Finlandia, Austria y Dinamarca.