Por LUIS EDUARDO CELIS
El pasado 31 de agosto se cumplió el centenario del natalicio de Eduardo Umaña Luna. Nació en Bogotá en 1923 y desde muy joven mostró una sensibilidad especial ante las desigualdades sociales y las injusticias, qué lo llevó a involucrarse en el propósito de transformaciones y cambio. Esto caracterizó su vida.
Ingresó a la Universidad Nacional de Colombia a estudiar ingeniería, luego economía y terminó graduándose en Derecho en la Universidad Externado de Colombia en 1951.
Trabajó en la Radio Nacional como locutor, tenía una voz fuerte que lo distinguía, luego se vinculó a la Biblioteca Nacional bajo la dirección del poeta Eduardo Carranza, donde alimentó un espíritu abierto y una inquietud intelectual ávida de conocimiento. Allí hizo toda una carrera, que lo llevó de bibliotecario a subdirector.
De su paso por la Biblioteca Nacional se recuerda el incidente qué tuvo con el investigador francés Paul Rivet, a quien denunció por la sustracción del primer original del diccionario de la lengua muisca, construido por el sacerdote jesuita Dadey en el siglo XVIII, un trabajo emblemático y cuya sustracción Umaña Luna consideró una afrenta a la soberanía de Colombia.
Se vinculó a la rama judicial de manera fugaz. Su verdadera vocación era la docencia, que ejerció en la Universidad Libre, donde fue decano de Ciencias Sociales bajo la rectoría de Gerardo Molina y luego le sucedió como rector.
Desde 1953 tuvo un vínculo con la Universidad Nacional de Colombia, en su Facultad de Derecho, de la cual fue Maestro insigne y destacado.
Primo de Camilo Torres Restrepo, lo acompañó en la constitución del departamento de Sociología de la Nacional, el primero en el país, junto a Orlando Fals Borda, María Cristina Salazar, Virginia Gutiérrez de Pineda, Darío Botero Uribe, Carlos Escalante y Tomás Ducay, en 1958.
Ante la enorme tragedia vivida en los años 50, fue parte del trabajo de documentación de la violencia política junto a Fals Borda y el padre Germán Guzmán Campos, en el icónico y ya clásico trabajo de las nacientes ciencias sociales colombianas: «La Violencia en Colombia», que en su momento puso en evidencia la barbarie vivida en muchas regiones y los enormes sufrimientos a los que fueron sometidas las comunidades campesinas, indígenas y afros, sufrimientos que persisten hasta el día de hoy en una importante parte de la geografía del país.
Por su vocación de cambio se involucró en la política electoral y fue destacado dirigente del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), dirigido por Alfonso López Michelsen, llegando a ser representante a la Cámara, donde fue protagonista de importantes debates con su carácter rebelde y su voz de trueno.
Desencantado del retorno de Alfonso López Michelsen al Partido Liberal, se mantuvo en la docencia en la Nacional e incursionó en la defensa de rebeldes: guerrilleros y luchadores sociales fueron representados legalmente en famosos consejos verbales presididos en muchas ocasiones por militares, debido a las facultades qué les permitían juzgar a civiles en el marco de los recurrentes Estados de Sitio que vivió Colombia durante todo el Frente Nacional y hasta los años 80, cuando esa figura fue regulada de mejor forma en la Constitución del 91.
Transmitió a sus hijos Eduardo Umaña Mendoza y Germán Umaña Mendoza, hoy ministro de Comercio, Industria y Turismo en el gobierno del presidente Gustavo Petro, ese espíritu de compromiso frente a las injusticias y el cambio social.
El mayor golpe que sufrió fue el asesinato de su hijo Eduardo, el 19 de abril de 1998: un crimen donde hay manos poderosas de esas redes criminales que han visto en los luchadores por el cambio a «enemigos internos», visiones y prácticas aún por superar.
Eduardo Umaña Luna fue un maestro, un humanista, un luchador social, cuya vida hay que mantener en la memoria. Su obra amplia estudiada y su ejemplo de compromiso y rigor es guía para quienes seguimos su causa de cambio y justicia.
@luchoceliscnai