Se cumplieron 20 años de la masacre de El Salado -corregimiento de Carmen de Bolívar (Bolívar)- perpetrada por más de 400 miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que dejó como saldo más de 60 personas asesinadas.
Sobre este hecho doloroso en Colombia, The National Security Archive (Archivo de Seguridad Nacional, NSA), institución no gubernamental sin ánimo de lucro localizada en Washington y que publica documentos desclasificados por el Gobierno Federal de ese país, destacó la preocupación de Estados Unidos por la posible participación de las fuerzas de seguridad colombianas en esa masacre.
Según la NSA las fuerzas de seguridad colombianas, incluidas la Primera Brigada de Infantería de Marina de la Armada de Colombia, facilitaron la masacre al desocupar la ciudad antes de que comenzara la carnicería, acompañada de la construcción de barricadas para retrasar la llegada de la ayuda humanitaria.
Los documentos que se describen son tomados de Semana, que la NSA calificaba en ese entonces como la revista de noticias más importante de Colombia. Allí se explica que estos hallazgos se complementaron con los del Centro de Memoria Histórica, que es descrito en los archivos como un grupo independiente encargado por la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación de Colombia de investigar la historia del conflicto armado del país.
Entre los aspectos más destacados de los documentos se incluye el registro de la Embajada de Estados Unidos de una reunión, en enero de 1999, donde el subcomandante del Ejército de Colombia dijo que el Ejército “no tenía por qué perseguir a los paramilitares”, ya que eran “delincuentes comunes apolíticos» que «no amenazaban el orden constitucional mediante actividades subversivas”.
Otro informe de 1999, también de fuente militar estadounidense, encontró que las Fuerzas Armadas colombianas «no han perseguido activamente a los miembros de los grupos paramilitares porque los ven como aliados en la lucha contra la guerrilla, su enemigo común». Y consideró que de acuerdo con la evidencia, algunos de los paramilitares vestían uniformes del Ejército colombiano, y sugiere que «muchos de los paramilitares son exmilitares u obtienen los uniformes de militares o exmilitares”.
Un cable de la embajada de los Estados Unidos basado en una conversación con una fuente aparentemente cercana a la investigación, sugería que el Ejército sabía de la masacre con anticipación, que se había retirado de la ciudad antes de que comenzara el asesinato y “había tenido suerte al capturar a once paramilitares miembros».
Otro documento pone en duda la explicación de los militares sobre su papel en El Salado, incluida la opinión de la Embajada de EE.UU. de que era “difícil creer que el pueblo de El Salado no había sido objeto de amenazas de ataque antes de la masacre, considerando el pueblo está situado en una zona de alto conflicto”.
Por último, un informe de la embajada de Estados Unidos sobre el almirante Rodrigo Quiñones, uno de los militares que presuntamente facilitó la masacre, señala que “un patrón inconfundible de acusaciones similares lo ha seguido en casi todos los lugares donde ha ocupado el mando de campo”.
Vea el informe completo de la NSA aquí.