Por DIEGO OTERO PRADA
Se dice en Colombia que hay que ir hacia el centro, pero nadie lo define. Se dan generalidades, que el centro es la moderación, que el centro no va a los extremos.
En el mundo, los que se dicen de centro en general son en realidad de derecha. Por ejemplo, Macron en Francia, Duque en Colombia, Piñera en Chile, Lenin Moreno en Ecuador. Y podrían darse muchos otros ejemplos. El problema no es de etiquetas, aunque esto tiene su razón ideológica.
La pregunta que debemos hacer es qué queremos. A qué tipo de sociedad aspiramos, cuáles cambios proponemos. En una sociedad conservadora como la colombiana, manejada por unas élites insensibles y explotadoras, los cambios no pueden ser con pañitos de agua tibia.
En Colombia se requieren cambios radicales, no es la moderación, que significa, para los llamados centristas criollos, no asustar a las clases dirigentes y no modificar estructuras premodernas que no favorecen el desarrollo ni la igualdad.
Entonces, la discusión es qué se quiere. A la derecha y al centro-derecha les sirve ese discurso de centro, porque muchos tienen pena de declararse conservadores, pero son amigos del statu quo y siembran división en las fuerzas progresistas. Es un discurso engañoso, confuso, que busca poner un freno a luchar por un verdadero cambio en Colombia.
La prueba es cómo los medios del sistema se regodean con estas divisiones entre centristas y fuerzas supuestamente de izquierda, que no existen en Colombia.
Hay que ir a lo concreto: qué se quiere hacer con la educación, la salud, la tierra, los impuestos, el aborto, el cambio climático, la minería, la energía, la política de precios de los servicios públicos, con nuevas formas de propiedad, con la participación de los empleados en las juntas directivas de las empresas públicas y las privadas grandes. ¿Qué se va a hacer con la renta básica? ¿Cómo se va a volver a crecer? ¿Cuál es el papel del Estado, de la inversión pública, de las empresas públicas? ¿Se va a privatizar más? ¿Que sobre la necesidad de una banca pública? ¿Qué sobre el Banco de la República y sus objetivos e independencia, pero con predominio ideológico neoliberal? ¿Qué hacer con las deudas de los estudiantes a ICETEX? ¿Con la paz, por supuesto? ¿Con las matanzas? ¿Con el ELN? ¿Con los impuestos a los ricos? ¿Con la evasión? Es decir, dejar las generalidades e ir a las medidas concretas.
Qué se propone para la unión latinoamericana, sobre CELAC, UNASUR, SELA, la OEA. ¿Cuál debe ser la política internacional de Colombia? ¿seguir ciegamente la de Estados Unidos?
Que vamos a hacer con Venezuela: ¿continuar acosándola como quiere la derecha internacional y fascista? O tener relaciones diplomáticas y comerciales y dejar de intervenir en asuntos de otros países.
Lo importante es tomar posiciones y no discutir por siglas que no llevan a ninguna parte. No discriminar a nadie, como lo están haciendo algunos que se llaman centristas.
El economista estadunidense Robert Reich, antiguo secretario de trabajo de Bill Clinton, profesor de la Universidad de California dijo recientemente en el periódico Guardian US: “Biden no puede gobernar desde el centro. Terminar con el trumpismo significa acción radical”.
El llamado centro se cree que tiene el predominio de la verdad, los que no están con ellos son acusados de radicales, de divisionistas, de populistas de izquierda o de derecha. Se utiliza mucho la palabra populista con un signo despectivo para atacar a los que ellos no quieren. Es normal que en una sociedad existan diferencias y esto no puede llamarse polarización. La izquierda como la derecha, la centro-derecha, el centro-izquierda y el supuesto centro hay que respetarlos. No se deben demonizar sino confrontar civilizadamente, sin violencia, sin falsas verdades.
Me sorprende que algunos políticos de derecha o de centro-derecha, que siempre han estado en todos los gobiernos de derecha en los partidos tradicionales, ahora se califiquen de moderados o del centro. Hay verdes incoloros y más inclinados a la derecha; y periodistas que se dicen contrarios al establecimiento pero en la práctica defienden el statu quo. La alcaldesa Claudia López es una de las que ha, entrado en este juego, todo por atacar a su rival Gustavo Petro. Qué daño le está haciendo a las verdaderas fuerzas de avanzada en Colombia y por supuesto, al establecimiento. Según estos personajes, los demás son polarizadores y radicales peligrosos de izquierda. Pero ellos, son los perfectos, los poseedores de la verdad, los que sí van a atraer al pueblo.
Gustavo Petro es la bestia detestada por la derecha y el centro criollo, a quien se le califica de izquierdista polarizador, y en general a todos los que no están con ellos y muestran simpatía por el jefe de Colombia Humana. En verdad, en Colombia no existe izquierda. Petro, filosóficamente no es de izquierda, una persona que dice que el capitalismo hay que hacerlo humano no puede llamarse de izquierda, a lo mucho podría calificarse de centro izquierda. Igualmente, Jorge Enrique Robledo, a quien ahora se le incluye dentro del campo de los moderados, porque es enemigo de Petro. Robledo tampoco es de izquierda, e igual que Petro, defienden a un supuesto capitalismo humano, pareciera que, de tipo socialdemócrata europeo antiguo, no el actual que es neoliberal.
Joe Biden en política interior es más de izquierda que cualquier político colombiano, aunque en política exterior su equipo está conformado por varios halcones. ¿Quién en Colombia ha propuesto duplicar el salario mínimo como Biden? ¿Quién en Colombia ha manifestado como Biden que hay defender a los sindicatos y darles poder de negociación? ¿Quién como Biden ha diseñado un gobierno tan diverso con latinos, afroamericanos, asiáticos, nativos americanos, blancos, transgénero, lesbianas, homosexuales, de todas las creencias religiosas y aún con progresistas de su partido demócrata? ¿Quién como Biden está ayudando a los estudiantes con los préstamos? ¿Quién como Biden propone una reforma a la salud privada?
En conclusión, dejemos los slogans, las siglas, las demonizaciones, los vetos, los egos, las divisiones, las falsas verdades, las malas jugadas, no nos dejemos manejar por los medios, la derecha y la gente del establecimiento. Definamos qué queremos los que nos decimos progresistas y que en verdad queremos cambios sociales en Colombia para definir un programa de unidad y poder derrotar a la derecha.