El día que escuché a Silvio por primera vez

Lo recuerdo como si hubiera sido ayer: yo tenía 15 años y estaba en la terraza de mi casa. Habían llegado unos amigos de visita y uno de ellos (quien tiempo después se convertiría en escritor) pasó entre los allí presentes lo último de la tecnología de esos tiempos: un mp3. En aquella época sólo podía usarse con audífonos, así que, uno a uno, nos turnamos para reproducir la misma canción; cuando llegó mi turno, escuché su voz por primera vez: era la Canción del elegido. Supe en ese instante que existía un mundo que no conocía, esperando ser descubierto.

Pasaron ocho meses para que volviera a toparme con Silvio Rodríguez, era navidad y el que un mes después se convertiría en mi primer novio invitó a su casa a varios amigos, yo incluida; dos de ellos tocaron la guitarra ese día y dentro del repertorio cantaron Judith, la canción más hermosa que jamás hubiera escuchado: también ese día tuve una certeza: Silvio sería un amor para toda la vida.

La música de este trovador cubano, autor de por lo menos 560 canciones, ha estado presente desde entonces en cada momento de mi vida: el primer día de clases en la universidad sonaba esa tarde por el altavoz, cantando a todo pulmón El mayor, canción que para ese entonces había escuchado sin cansarme en casa, por lo que me uní cantando a la cabalgata del mayor, soñando con una causa más grande que mi propia vida.

Por supuesto que también sonaba La familia, la propiedad privada y el amor en esos momentos de rebeldía adolescente, cuando comencé a rechazar los estereotipos de género que me rodeaban: la niña bien comportada, obediente y de casa decente, la que no debe dar de qué hablar a los vecinos.

“Silvio me tocó al hombro y cantó socarronamente: Y se hicieron leyenda los dos amantes“-

Silvio Rodríguez estuvo para mí el día que me rompieron por primera vez el corazón: me cantaba al oído Quien fuera mientras me hacía añicos, en medio de la confusión, el dolor y herida de dudas de amor, trataba entonces de hallarle una explicación a mis emociones. Hasta que pasó el tiempo, que de pronto fueron años… y pude superar la tusa.

Pero Silvio también cantó conmigo sobre otras decepciones, en cada Resumen de noticias de lo que iba sucediendo en este país, la forma como seguíamos girando en espirales de violencia e intolerancia, quería yo acudir corriendo porque La era está pariendo un corazón con ese ímpetu de adolescente (que extraño a veces), deseando hacer algo para tener un mejor presente, para que no se cayera el porvenir.

El tiempo pasó y por fortuna no se cayó el porvenir, por lo que me volví a enamorar. Así que Silvio Rodríguez me tocó al hombro y cantó socarronamente: Y se hicieron leyenda los dos amantes, Enroscados eterna y húmedamente, y húmedamente, Nada pudo tocarlos detrás de guantes, Solo pueden saberlo los igualmente, los igualmente, Los igualmente. Mientras tanto, yo me sonrojaba sin saber qué decir.

Pasaron los años y atrás quedó la universitaria impetuosa, ahora sumergida en el mundo laboral, por lo que las salidas con mis amigos se volvieron escasas y ahí cobró sentido la canción que en 2006 le dio nombre al decimosexto álbum de Silvio “Érase que se era”, donde canta con nostalgia de aquellos encuentros casi diarios en grupo y que finaliza así: Yo no sé si ha servido de algo o de nada, Que haya habido pasado y que quede recuerdo, Yo no sé si mañana pensaré lo que hoy vivo, Érase que se era una vez.

Podría seguir narrando los muchos momentos de mi vida en que una canción de Silvio Rodríguez le dio sentido a mis emociones, me ayudó a sobreponer una crisis o simplemente me acompañó en un día normal, haber descubierto a este cantautor me medio más que una banda sonora, al punto que siento que todo está ahí, en su prolífica discografía, incluso ahora, mientras escribo canta para mí, ayudándome a escoger las palabras, palabras, palabras a granel.

Y aunque pasen los años y la juventud poco a poco vaya quedando atrás, con sus historias, los amigos que se fueron y su nostalgia, Silvio permanecerá ahí, preguntando por qué el escaramujo es de la rosa y de la mar, invitándome a cantar arena, a seguir rompiendo la estación, a romper lo imposible.

@barcelonasilvo1

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