El ‘florero de Llorente’ de Fabio Zuleta

Por RODNEY CASTRO GULLO

“Yo no he aprendido a pedir perdón, me callo o mejor me voy. Yo reclamo el mismo trato, cuando tú fallaste yo te perdoné, y a pesar (de) que no es lo mismo, porque más marcada queda una mujer”.

El anterior fragmento pertenece a la nación Yo no sé pedir perdón, de Gustavo Gutiérrez, que interpretaba Rafael Orozco con su conjunto El Binomio de Oro. Y sí, todavía hay hombres de la región Caribe a quienes se les dificulta pedir perdón, y también hay muchos otros que siguen pensando que en las fallas, las mujeres quedan más “marcadas”. 

«El hombre costeño después de casado sigue siendo sexualmente soltero, pues cree que la fidelidad es solo para las mujeres». Foto tomada de El Espectador

Duro le hemos dado a Fabio Zuleta luego del programa radial en que conversaba con un palabrero guajiro sobre el precio de una mujer Wayúu (Ver noticia). Se merece el repudio, y además debemos reconocer que “le figuró” a él, pues sus palabras sirvieron de saco de boxeo para que la sociedad en todos sus niveles se desahogara y sacara esa frustración reprimida que le ocasiona el no haber sido capaz de atender oportunamente sus desviaciones, las mismas que dan lugar a que al día de hoy subsistan prácticas como las narradas por Zuleta y el palabrero en su nefasta y sonada entrevista. Hacernos los de la vista gorda con el machismo, siempre ha sido una salida.

Lo cierto es que gracias a esa entrevista tenemos una oportunidad dorada (sobre todo por el encierro en que nos encontramos) de repensar si vale la pena seguir tolerando el manido, obsoleto y mandado a recoger modelo machista que pulula en gran parte de la Costa. Ese que vende la idea de mujeres incapaces de ejercer liderazgo, pues según ellos, nacieron para tener una vida quieta, sometida al mando amoroso del hombre y dedicada a las labores domésticas en el hogar. Idea que al tiempo pondera al hombre que sobresale por su capacidad fálica, el del mujeriego que tiene hijos por doquier, que solo entiende la vida desde la heterosexualidad y que es agresivo en su comportamiento. Mejor dicho, digámoslo a calzón quitado: el hombre costeño después de casado sigue siendo sexualmente soltero, pues cree que la fidelidad es solo para las mujeres.

Aunque a simple vista el machismo se advierte como indebido, ha logrado permanecer porque se ha mezclado en expresiones culturales constitutivas de la tradición oral, por ejemplo, en la poética del folclor. De ello dan cuenta canciones como la que utilicé para iniciar este escrito, que se aprenden, se bailan y se cantan con profusa alegría, aunque su letra vaya en contravía de lo que debe ser el trato digno a la mujer. Y claro que también incide un pueblo con un precario modelo educativo, que es capaz de tener por ídolo o referente a figuras como el hermano de Fabio, el cantante Poncho Zuleta, quien en lo musical constituye una leyenda del folclor, no obstante que en lo personal no haga otra cosa que exhibir orgulloso la cosificación de la mujer. 

Censuramos a Fabio y al palabrero guajiro, correcto; ¿y qué tal si comenzamos también, de una vez por todas, a censurar a nuestros padres, tíos, hermanos, amigos, vecinos, hombres y mujeres que día a día alimentan y promulgan la equivocada creencia de la superioridad masculina? Que nuestros gobernantes también inicien campañas de cultura ciudadana al respecto. Entre todos podemos comenzar la deconstrucción del estereotipo machista, y reivindicar a la mujer y al hecho de que todos los seres humanos somos iguales en nuestra esencia.

@rodneycastrog

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