En el ejercicio del periodismo hay reporteros rigurosos, que buscan siempre llegar a la verdad. También es posible ver a locutores o reporteros que, siguiendo agenda propia o la que imponen los propietarios del medio, informan atados a intereses que gravitan entre lo personal y lo corporativo. Y hay colegas que, al asumirse como vedettes, no les avergüenza jugar el rol de estafetas de sectores económicos y políticos interesados exclusivamente en desprestigiar a un ministro, a un presidente o a un gobierno en su conjunto.
En este contexto, al conductor de la FM en días recientes Luis Carlos Vélez se le notó lo poco que lee, pues despreció el sentido de la COP16. A pesar de las tímidas explicaciones que sus colegas de mesa le intentaban dar sobre la importancia y el origen de esa cumbre ambiental sobre la biodiversidad, el engreído locutor siguió con su diatriba contra el evento de talla mundial que se llevará a cabo en Cali en octubre.
Si miramos los efectos negativos que deja en el mundo entero el cambio climático, podemos confrontar el sentido de todas las cumbres ambientales, desde la cumbre de Río en 1992 y los siguientes encuentros. Incluso, si se advierte del poco compromiso de las potencias mundiales para reducir las emisiones de CO2, es posible asumir una postura crítica frente a esas reuniones a las que efectivamente asisten burócratas, pero también especialistas y ambientalistas preocupados por actividades antrópicas como la ganadería extensiva, la deforestación, los monocultivos legales e ilegales y el crecimiento desordenado de las ciudades, entre otras que contribuyen seriamente a los problemas socio ambientales y ecológicos que afronta el planeta. Imagino que el joven Vélez no es capaz de criticar los monocultivos legales y menos aún a la ganadería extensiva de baja producción porque tiene amigos que se mueven en esas actividades económicas. O simplemente porque en su espacio radial pautan ingenios azucareros. Lo cierto es que el locutor Vélez exhibe un débil pensamiento crítico y un ego incontrastable propio de una «figurita mediática hecha a pulso».
Vélez pudo exponer sus críticas haciendo un recorrido por los compromisos adquiridos, mirando incluso los Objetivos del Desarrollo Sostenible. Y también, proponerles a sus colegas de la mesa de trabajo de La FM dar una discusión entre el ya manido sentido del desarrollo sostenible y el que se le viene dando a la Sostenibilidad, que deviene con un sentido sistémico. Pero no, Vélez prefirió quedarse en la burla, en los reduccionismos propios de un periodista con una nula capacidad de análisis y sobre todo, con una evidente incapacidad para cruzar variables y hechos a través de una mirada sistémica, holística.
Al afirmar que es preferible realizar un evento futbolístico en lugar de la COP16 porque atrae más público y deja más ganancias, Vélez dejó ver su ignorancia supina y su “mala leche” contra el gobierno Petro, porque fue el presidente quien tomó la decisión de darle a Cali la sede de esa cumbre ambiental por la biodiversidad. Pensaría incluso que comparte la misma enfermiza Petrofobia de Daniel Samper Ospina, que no les permite hacer un ejercicio periodístico serio, profesional y riguroso. Lo que preocupa es que los integrantes de la mesa de trabajo de La FM no hayan confrontado al aire al arrogante conductor del programa y haber aportado a la discusión, haciendo críticas al modelo agro extractivo vigente en el país y alrededor del mundo.
Vélez y sus colegas están obligados a exhibir un mínimo dominio conceptual y categorial que les permita cubrir hechos o comentar cumbres como la COP16, sin quedar como unos encopetados ignorantes. Y después se molestan porque el presidente Petro los confronta y critica, cuando a diario desinforman, tergiversan o dicen estupideces.
¿Sabrá el jovencito que Colombia es considerado como un país biodiverso, con especies endémicas? Atrévase a hacer periodismo, señor Luis Carlos Vélez. Bájele al activismo político que hace desde La FM. Como diría la inefable María Fernanda Cabal: «estudie, vago».
@germanayalaosor