Por GERMÁN AYALA OSORIO
La entrevista es quizás el género más usado por los periodistas cuando se trata de evaluar la gestión de funcionarios o gobernantes, entre estos la de los presidentes.
En su edición dominical de este domingo 25 El Espectador publica la entrevista que Iván Duque Márquez, presidente nominal de la República, concedió a varios periodistas de esa casa editorial. Haré referencia no al video que muestra a Duque contestando los interrogantes, sino a la entrevista editada.
Asumo el ejercicio de ese género desde un sentido crítico, el que confronta con vehemencia lo que a bien tenga que decir el entrevistado. Lo anterior supone una preparación de los periodistas. No se trata simplemente de hacer preguntas inteligentes o que cuestionen la gestión, en este caso del Presidente de la República, sino de estar atentos a examinar críticamente las respuestas. Una buena entrevista debe hacer que el entrevistado se sienta incómodo cuando sus afirmaciones son cotejadas con los siempre tozudos hechos de la realidad, hechos que todo mandatario se inclina a desconocer.
Iván Duque Márquez ha hecho de la mentira, del cinismo y del uso de eufemismos una doctrina política con la que no solo le ha salido al paso a sus críticos, sino con la que quizá busca provocarlos, por la mendacidad de las explicaciones y las inanes respuestas dadas.
El editor general de El Espectador tituló la nota así: “Hemos hecho más que lo que hizo el anterior gobierno para implementar la paz”. Una cita en la que confluyen la impudencia y la farsa con la que Iván Duque “capoteó” a los periodistas que quisieron confrontarlo por su nefasta gestión. Es una lástima que estos no hayan sido capaces de preguntarle por el asesinato sistemático de excombatientes farianos (casi 300), las masacres de campesinos e indígenas (van 54 en lo que va corrido del 2021). A eso se agregan los proyectos de ley que congresistas del Centro Democrático presentaron para entorpecer los pocos avances institucionales que ha habido en materia de restitución de tierras.
Cuando se lo tocó el tema de la discutida polarización política que, según la derecha existe en Colombia, esto respondió Duque:
“Uno de los de los debates más polémicos que tuvo el país y que dejó una gran fractura fue el del plebiscito por la paz. Fui defensor del ‘No’ porque creía que se podía lograr un mejor acuerdo, pero nunca hice un ataque personal y siempre me referí a los temas puramente programáticos. Después de los resultados de las elecciones, siempre hablé de la construcción de un acuerdo nacional. Le doy un ejemplo: las objeciones a la Ley Estatutaria de la JEP, fueron a seis artículos de 159. Si se hubiera podido llegar a un acuerdo en uno, dos o tres, hubiera sido también un gran triunfo de unidad en torno a entender una institucionalidad nueva y no quedarnos en esa fractura. Como presidente, lo que he buscado siempre es tener canales de entendimiento, tanto así que he sancionado leyes que son de iniciativa de la oposición. Ahora, el Gobierno sí estuvo presente para escuchar a la oposición, a través de un decreto del Ministerio del Interior. Siempre hemos tenido la voluntad de escuchar. Estoy convencido de que si tenemos un espíritu dialogante, eso nos ayuda a ser una mejor democracia”.
Los periodistas de El Espectador dejaron pasar la gran oportunidad que ahí les daba Iván Duque para confrontarlo y develar el cinismo con el que se atreve a señalar que es un defensor de la paz de La Habana, si todos sabemos de sus ataques a la JEP y a los comparecientes del partido Comunes.
Como un defensor del NO, Duque no puede presentarse como defensor del Tratado de Paz. Al decir que habló de la construcción de un acuerdo nacional, los periodistas habrían podido señalarle que así estaba contemplado en el Acuerdo de Paz y que sus acciones, discursos y decisiones siempre han ido en contravía de unir al país. Bastaba con recordarle cuando objetó varios artículos de la Ley Estatutaria de la JEP. Con esa sola acción demoró la entrada en operación de esa importante y definitiva jurisdicción de paz.
Este provocador profesional y consumado cínico dice que siempre ha estado atento a escuchar a la oposición. Pero en dos ocasiones consecutivas en el Congreso no ha sido capaz de quedarse en el recinto para escuchar las réplicas de sus contradictores políticos. La última vez, el pasado martes negro 20 de julio, donde salió corriendo como sabandija de alcantarilla para no escuchar a los partidos declarados en oposición.
Lástima que El Espectador haya dejado pasar la oportunidad de confrontar a Duque. No, señores periodistas, Duque no es que viva en una realidad paralela o en un país irreal. Sucede que es un cínico consumado y un magistral mentiroso.
En una de las preguntas, el diario capitalino dice lo siguiente: “La oposición dice que la Colombia que usted retrata es una Colombia irreal. Con esos resultados que muestra, ¿por qué cree que su gestión tenga tan alto índice de desaprobación?”.
Otro tema en el que El Espectador fue incapaz de confrontar las vaguedades de Duque fue el de la visita y el informe entregado por la CIDH. Esto dijo el huésped de la Casa de Nari: “Cuando miramos el reporte, dije que hay que recibirlo de manera constructiva, pues la gran mayoría de él es de cosas que ya se están haciendo en Colombia, por vocación propia del Estado y hay otros temas en los que tengo discrepancias. Por ejemplo, a la necesidad de tener una instancia adicional de observación, pues Colombia tiene un sistema de protección y tutelaje de los derechos fundamentales que no tienen otros países. Hay una Defensoría del Pueblo, una Procuraduría y a nivel territorial existen personerías, es decir, una institucionalidad robusta”.
No sé qué produjo esta respuesta en los periodistas que hicieron parte de este monólogo, que el diario bogotano presenta como entrevista. ¿»Institucionalidad robusta»? Cuando todos sabemos que el Ministerio Público está en manos del uribismo, por favor…
Si el objetivo de los periodistas de ese diario era mostrar que Duque miente y poner en evidencia su reconocido cinismo, al menos en eso -o solo en eso- se podría concluir que lo lograron. Pero es un logro a un costo periodístico muy alto, pues quedaron muy mal ante una opinión pública que espera más de sus periodistas. ¿Les dio miedo confrontarlo… o estaba libreteado el encuentro?
@germanayalaosor