Por GERMÁN AYALA OSORIO
Lo ocurrido con los bienes y recursos de la SAE (Sociedad de Activos Especiales o “Sociedad de Activos Embolatados”) solo sirve para constatar tres realidades: la primera, una verdad de Perogrullo: la corrupción pública y privada es el mayor problema del país. La segunda, que las prácticas corruptas siempre se han legitimado desde la Casa de Nariño por cuenta de gobiernos que las facilitan o guardan silencio cómplice; y tercera, que durante las administraciones de Álvaro Uribe e Iván Duque la corrupción y el detrimento patrimonial estatal se dieron gracias al ethos mafioso, elemento estructural en ese patrón comportamental que se conoce como uribismo.
Por estar atada la corrupción a la clase dirigente y política, como sociedad enfrentamos el enorme desafío cultural de desuribizar las relaciones sociales, económicas y políticas en todos los ámbitos. El reto es colosal, por la naturalización de las prácticas corruptas y criminales que se desprenden de ese patrón comportamental de Uribe Vélez y sus secuaces durante sus más de 30 años de vida pública. Y porque a pesar de que el gobierno de Gustavo Petro está exponiendo públicamente la corrupción en eventos que incluso ponen a temblar del susto al fiscal general de la nación, todavía no existe un proyecto educativo diseñado para contrarrestar el cáncer de la corrupción.
Así, urge que el presidente Petro convoque a una comisión de sabios que identifique casos puntuales de corrupción y proponga acciones conducentes a “desuribizar” los comportamientos de la ciudadanía en general. Y para lograrlo, los miembros de esa comisión estarán obligados a registrar en un documento público las prácticas morales y éticas que confluyeron en ese patrón que ha venido guiando las acciones públicas y privadas de cientos de miles de colombianos. Una vez expuestas las circunstancias que dieron vida a ese patrón, se deben proponer los caminos que la sociedad debe recorrer para superar esta enfermiza situación nacional, que no ha dejado de carcomer la institucionalidad como un cáncer congénito.
Cualquier propuesta de cambio cultural que surja de esa comisión de sabios debe incluir el establecimiento de normas o mecanismos de vigilancia institucional que sirvan para controlar a todos los funcionarios públicos, a los lobistas y a todos los que hacen parte de las cadenas en las que el poder clientelar y mafioso tiene injerencia. Incluso, pensar en un organismo independiente de origen nacional, con apoyo internacional, que haga la veeduría sobre el gasto público en entidades con mayor manejo presupuestal o en la ejecución de obras civiles de gran calado.
Debido a la gravedad de lo sucedido con los recursos de la SAE, el gobierno de Petro bien podría convocar a la comisión internacional que prometió en campaña para investigar los casos más recientes y sonados de corrupción: Reficar, Hidroituango, Odebrecht, la SAE, incluso la penetración narco-paramilitar del Clan del Golfo en las filas castrenses. Varios de esos casos tienen en común que sucedieron durante el gobierno de Uribe Vélez o fueron cobijados por su silencio y el de sus áulicos, como el fiscal Francisco Barbosa e Iván Márquez, así como varios exgobernadores de Antioquia y exalcaldes de Medellín. Insisto: desuribizar a la sociedad colombiana es el mayor reto cultural que el país haya enfrentado en su inmediato pasado.
Adenda: los audios que circulan en los que la madre de Iván Duque estaría comprometida en el manejo irregular de bienes de la SAE ameritan que la Fiscalía abra una investigación para aclarar los hechos. Sabemos que no lo hará, porque lo une una vieja amistad con el expresidente. Ambos han aportado su cuota a la consolidación de ese nefasto patrón que se conoce como uribismo.
@germanayalaosor