El “negro” Baudilio, primer canciller de Andagoya

Por AUGUSTO CUBIDES C.* 
Especial para El Unicornio

Baudilio Mosquera Urrutia salió de Andagoya (Chocó) con su tío Alarico para Medellín cuanto tenía 14 años. Por esas cosas del destino, luego de recorrer varias poblaciones de Antioquia y Cundinamarca terminó bajándose 383 kilómetros más adelante, en la estación de bus de Barbosa (Santander), donde se forjó la mayor parte de su vida.

Corría el año 1962 cuando se instaló en el único taller de ornamentación que existía, el de don Juan Pardo, con quien se asoció y trabajó muchos años. Primero fue carpintero y luego se hizo ornamentador.

Baudilio, por cuyas venas fluía la música afro, en medio de coplas guabineras y torbellinos fundó con el hijo del dueño del taller el primer grupo de música tropical de la región, llamado Los Binomios. Fue el germen de lo que después se conoció como la Fórmula Cinco de Colombia, agrupación que hicieron famosa en Santander y Boyacá David Pazos y Enrique Ríos, dos de los alumnos del “negro” Urrutia, como cariñosamente le llamaban.

Baudilio cuando podía se pegaba sus escapadas a Andagoya, su pueblo natal en la provincia de San Juan, cerca de Istmina y Condoto, para visitar a su familia. Como era un pueblo tan pequeño, más bien un caserío, reunía a todos “los Urrutia” en el único parque que había, a contarles historias de vida y maravillas de ese pueblo de Santander incrustado en la provincia de Vélez, puerta de entrada al oriente del país.

En una de esas visitas, para sorpresa de sus parientes chocoanos, llegó con Ana Rita Suárez Roa, una mujer santandereana de origen campesino nacida en Guavatá, con quien se casó y tuvo seis hijos. Wilson, uno de los menores, se hizo bailarín profesional e hizo parte del balé de Sonia Osorio.

Uno de esos niños que escuchaban atentamente sus historias era un “pelao” que el negro Urrutia recuerda como flaquito y muy callado. Ese “pelao” era Luis Gilberto Murillo Urrutia, el nuevo ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, que el pasado martes 20 de mayo tomó posesión en un acto sencillo pero solemne, en el salón protocolario de la Casa de Nariño, ante el presidente Gustavo Petro.

Cuando el canciller Luis Gilberto Murillo me habló de las historias que Baudilio le transmitió siendo niño, allá en su lejano Andagoya, supe que hablábamos del mismo.

Por esas paradojas de la vida, la relación de los Urrutia con Barbosa y el nuevo canciller la vine a conocer a mediados de febrero de este año en Alemania. Sí, en Alemania. ¡Quién lo creyera! Precisamente donde vive el bailarín de la familia Urrutia, a miles de kilómetros de Chocó y Santander.

Coincidimos con el canciller en la comitiva presidencial que viajó a Múnich para participar en la Conferencia de Seguridad que reúne a los principales mandatarios del mundo, donde Colombia fue invitada por primera vez.

Ya de regreso, mientras esperábamos dentro del avión presidencial la llegada del presidente Gustavo Petro, conversé un par de minutos con él. En medio de la charla le pregunté si conocía Santander, y cuál no sería mi sorpresa cuando Murillo confesó que no conocía Santander, pero sí Barbosa. Me contó entonces las historias que Baudilio le transmitió siendo niño, allá en su lejano Andagoya. Sin pensarlo dos veces, le expresé que sería para nosotros un honor invitarlo a conocer la tierra de las guabinas y el bocadillo veleño, pero ante todo una región llena de historias de gente valiente y trabajadora.

“¡Claro que quiero ir algún día!”, respondió, con una alegre expresión en su rostro. 

Ahí comprendí que hablábamos el mismo idioma. Yo muy niño, de unos 8 años quizá, conocí al único negro del pueblo, que de día trabajaba como ornamentador y en las noches ensayaba con Los Binomios. Le dije al Canciller: “Tiene que ser la misma persona”.

Los Urrutia están sin duda ligados a la historia de ese pequeño pueblo de la provincia de Vélez.  Mientras tanto, Luis Gilberto Murillo Urrutia es nada más y nada menos que el hombre que maneja las relaciones de Colombia con las demás naciones del planeta Tierra. Y Baudilio, el “negro” Urrutia, vive tranquilo a sus 82 años rodeado de sus dieciocho nietos en algún lugar de los Llanos Orientales.

El primero continúa una carrera exitosa en el sector público, entregado al servicio del país. El segundo, por no bajarse a tiempo del bus en Medellín con su tío Alarico, hace 63 años dejó una huella imborrable en Barbosa por dárselas de embajador y ‘canciller’ de Andagoya.

@AugustoCubides

* Periodista. Asesor de Comunicaciones. Presidencia de la República.

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