Por GERARDO MARTÍNEZ MARTÍNEZ
Martha Lucía canciller
y jefe de relaciones,
sugiere por conclusiones,
que ella sí sabe caer.
Dizque tenía que escoger
entre vice muy altiva,
o quedar patas arriba
aspirando a presidencia;
y ella desechó la urgencia
y cayó de para arriba.
Pronto hará periplo urgente
por los países del orbe,
buscando que nadie estorbe
a este gobierno “decente”.
Se lo ordenó el presidente,
-ese que de ella es cercano-
juntos los dos de la mano,
cuando en la opinión se pierde,
pero que nadie recuerde,
las andanzas de su hermano.
Que la historia determina
por fuera de diplomacia,
que el tal Bernardo, en desgracia,
gustaba de otra heroína.
El traficante termina
casi siempre en una cana;
y en este caso la hermana
la vieja historia revive,
cual la cuñada de Uribe
o sobrina de Pastrana.
Mejor le fue a Vargas Lleras
que estuvo beligerante,
como resentido amante
que finge rabia de veras.
El fuego de las hogueras
cuando el poder tanto se ama,
el verse en tan mala fama
denigró urgente, también,
como la “gente de bien”
que “el que no llora, no mama”.
Y entonces, César Gaviria
gritó primero diatribas;
luego al gobierno echó vivas
calculando cómo le iria (sic).
Esto no es guerra de Siria,
solo marchas a montón;
dicen todos: “pre faltón
de conducta acomodada,
solo buscas mermelada
a María Paz y Simón”.
Así pasó la semana
con terrible paradoja;
para que el oyente escoja
lo que del poder emana.
Clase media y los de ruana
se arriesgan a los maltratos,
mientras que los avivatos,
revuelven la mermelada,
en consabida jugada
de auxilios, puestos, contratos
ÑAPA UNO:
César y Germán, los dos
en estrategia de puestos;
alcemos todos la voz,
que no sean más portavoz,
y en marzo tendrán repuestos.
ÑAPA DOS:
¡Ay!, doña Martha Lucía,
en cargos de dirección,
ya cuarenta años porfía;
pero este pueblo confía
en pronta jubilación.