Por HUMBERTO TOBÓN
Para una mujer es muy difícil lograr sumar, a la edad de 57 años, las 1.350 semanas que exige el sistema de prima media para alcanzar una pensión. Tampoco es fácil acumular más de $250 millones para obtener su pensión de salario mínimo en el sistema de ahorro individual.
Es tan grave la situación de las mujeres en materia pensional, que sólo una de cada cinco logran obtenerla, frente a tres de cada cinco hombres. Esto demuestra la enorme inequidad de género que existe en esta materia y que se materializa en altos niveles de pobreza femenina en Colombia.
Las estadísticas nos revelan que el desempleo femenino en agosto de 2022, por ejemplo, fue de 13,8% y el 8,9% entre los hombres. En esta diferencia porcentual subyace una razón terriblemente discriminatoria: las empresas prefieren no contratar personal femenino por las posibilidades de que se embaracen; además de una excusa casi inhumana, la presunta disminución de productividad durante el periodo de menstruación.
Quienes más sufren por estas causas son las mujeres jóvenes, cuya tasa de desempleo llega al 19%, mientras es del 13% para sus pares masculinos. En términos sencillos, las mujeres se demoran más para integrarse al mercado laboral.
Si a las mujeres no les dan empleo a edad temprana, ¿cómo van a lograr cumplir con las semanas que exige la ley para obtener la pensión? Por ello, es apenas justo que los congresistas revisen con responsabilidad y equidad la posibilidad de que ellas puedan obtener la pensión una vez cumplan los 57 años, pero con una acumulación de 1.100 semanas. Es lo justo.
A esto se debe agregar que podrían obtener una pensión del salario mínimo con un ahorro equivalente al 83% del que se exige actualmente por parte de los fondos privados, teniendo como base un hecho comprobado: las mujeres tienen un desequilibrio salarial frente a los hombres del 17% cuando ejercen una misma función o responsabilidad.
El DANE nos ofrece una fotografía de la realidad laboral de las mujeres. Representan el 51,3% de la población; su tasa global de participación es 51,6% (hombres, 76,4%); la tasa de ocupación alcanza el 44,5% (hombres, 69,6%); son el 52% de la población en edad de trabajar, apenas el 42,2% de la fuerza de trabajo y el 69% de la población fuera de la fuerza de trabajo. Son datos que reflejan que las mujeres han sido víctimas permanentes de discriminación e inequidad
Este panorama se puede superar con decisiones jurídicas, por ejemplo, el reconocimiento de su trabajo en el hogar, el cual debería ser tenido como un factor que se agregue a la acumulación de semanas laborales y cuyas cotizaciones deberían ser pagadas por el Estado.
Por eso, la afirmación de que el sistema de benévolo con las mujeres, al permitir que ellas se puedan jubilar a los 57 años, cinco menos que los hombres, es puro cuento.
@humbertotobon
*Estos conceptos no comprometen a la RAP Eje Cafetero, de la que soy subgerente de planeación regional.