¡Qué tierno era nuestro Mark Zuckerberg cuando comenzó con este fantástico carelibro o Facebook, hace ya veinte años! Primero nos sedujo y, cuando ya nos tenía asegurados a cientos de millones… ¡Zaska! A mí, que estoy publicando casi todos los días desde hace al menos diez años -antes los hacía unas tres veces por semana-, solo me ha censurado una imagen. Era de unas mujeres parisinas que protestaban, mostrando sus culetes en un museo de París, donde le habían vetado la entrada por tener un escote muy pronunciado. Pues el ahora magnate Zuckerberg actuó con la imagen de las protestonas tan censurador como el museo con la mujer con parte de sus pechos al descubierto.
A vari@s amig@s mías l@s han censurado, sobre todo por temas políticos o de derechos humanos, y los han castigado hasta con un mes en el que se les impide publicar en su muro y opinar en los muros de los demás. Yo adoro esta red social y adoro que exista. A través de ella he conocido gente fantástica y me he enterado de miles de cosas que si no existiera esta herramienta de comunicación universal, jamás hubiese conocido. Además, he publicado montón de relatos tanto literarios como periodísticos, experiencia que me ha hecho crecer todo un Everest, o más. ¡Amo a toda mi gente de este, mi medio, mi muro en el enorme océano de FB! De verdad, los adoro. ¡Muchas gracias por ser tan generosos y fieles conmigo!
Pero mi querido Mark, dueño del carelibro más grande que ha parido la humanidad en toda su historia, no te me vuelvas el Torquemada del siglo XXI. ¡Ni censures ni crees una santa inquisición de las redes sociales! Déjanos ser libres como tú lo fuiste al mandar a la mierda la facultad en la que estudiabas e idearte con unos amiguetes esta maravilla que se llama Facebook.
OLGA GAYÓN/Bruselas
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