El Unicornio y su razón de existir: la realidad supera la fantasía

El nombre de El Unicornio tiene su origen en una visita que hizo el presidente Iván Duque a Silicon Valley el 15 de mayo de 2019, donde anunció su iniciativa «naranja» para motivar a los emprendedores a crear nuevas empresas y dijo algo que fue objeto de ingeniosos memes: “Este será el país de los grandes unicornios en la tecnología y en las industrias creativas”. (Ver noticia).

El asunto se prestó a burlas y permitió apreciar su tendencia a embarrarla cada vez que se sale del libreto, como cuando mencionó a Los siete enanitos en una charla sobre identidad cultural, o cuando delante del secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, afirmó que ““el apoyo de los padres fundadores de los Estados Unidos a nuestra independencia fue crucial”.

Lo paradójico es que, aunque se prestó a burlas, la expresión de Duque sobre el unicornio sí tiene asidero, pues los unicornios tecnológicos son compañías valorizadas por encima de los US$1.000 millones, que no están listadas en los mercados financieros.

El Unicornio actúa como medio de resistencia y denuncia periodística contra la censura y contra los embates del gobierno para limitar el periodismo independiente.

EL POR QUÉ

Un unicornio es una criatura mitológica representada como un caballo blanco con patas de antílope, ojos de chivo y un cuerno en la frente, y aquí lo importante es que el nombre es muy sonoro, que en el imaginario colectivo proyecta fortaleza y no conlleva ninguna carga negativa. Y se justifica en la coyuntura política: nos apropiamos del término que usó Iván Duque, pero volteándolo a favor del proyecto. Se trata de cogerle la cuerda y desarrollar un emprendimiento que ponga en práctica el reto que les plantea a los “unicornios tecnológicos”. El Unicornio viene a ser uno de ellos, pero con una visión de las cosas antagónica -¡por supuesto!- a la del presidente a quien se le aceptó el reto.

PARA QUÉ

El Unicornio se concibe como un medio de comunicación virtual que pretende marcar territorio y entrar pisando con casco duro. Colombia vive un momento muy delicado, con un gobierno que ha demostrado su ineptitud, manifiesta en que por primera vez en la historia de Colombia tenemos un presidente de la República con jefe. Pero lo preocupante no está ahí, en un presidente inepto, sino en quiénes lo gobiernan, porque detrás de Álvaro Uribe están las fuerzas oscuras de extrema derecha que quieren quedarse con todo.

¿Y por dónde han comenzado? Por el recorte de las libertades individuales y una descarada censura de prensa, la cual se expresa en las presiones de toda clase que ejercen sobre los medios para que se alineen a sus propósitos dictatoriales. Y con resultados evidentes, como los cinco columnistas que había contratado Gustavo Gómez para su programa matutino y que Caracol Radio se vio obligado a eliminar de un solo tajo; o el anuncio que hizo el Canal 1 respecto a que su noticiero estrella, Noticias Uno, desaparecerá de su parrilla de programación en 2020. O sea, que fue censurado por el régimen.

Y si esto es tan solo el desayuno (al primer año del tercer período de gobierno del señor Uribe), ya podemos imaginar cómo serán el almuerzo y la cena en los tres años restantes.

Todo medio de comunicación define y da a conocer de entrada su sello editorial propio, distintivo, y en el caso que nos ocupa tiene claros los dos frentes donde librará la batalla:

  1. Actuar como medio digital de resistencia y denuncia periodística contra la censura y contra los embates del gobierno para limitar el periodismo independiente.
  2. Convertirse en el Ombudsman* mediático, en cuanto a hacer un seguimiento crítico, a raya, del modo en que los grandes medios cubren el acontecer nacional: quiénes son sus dueños, cuáles sus sesgos o tendencias, lo más criticable y lo digno de aplauso, etc.

* En su definición más ortodoxa, un Ombudsman es el responsable de controlar que los derechos de los ciudadanos no sean avasallados por el Estado.

¿Y CÓMO VAMOS AHÍ?

Todo medio de comunicación debe definir también la fuente de sus ingresos. Es aquí donde se entra en el terreno de lo ético, pues la pauta publicitaria termina por condicionar los contenidos, y cada vez con mayor frecuencia la prensa desborda sus propios límites al presentar como noticia lo que para un conocedor no pasa de ser un publirreportaje: la fuente interesada paga para darle a un propósito comercial el tratamiento de noticia imparcial y objetiva, y el lector no se la pilla.

La realidad monda y lironda es que resulta imposible sustraerse a la publicidad, siempre y cuando se actúe dentro de estrictos cánones éticos, en cuanto a que un dinero que entra como contratación publicitaria no pude incidir de ningún mundo en la política editorial. Así funcionaban los medios antes de que empezaran a ser comprados por los grandes monopolios de la industria o las finanzas, y a ese marco de obligatorio cumplimiento debemos regresar. Se trata de hacer siempre lo correcto a la hora de suministrar una información, requisito sine qua non para dormir con la conciencia tranquila.

Pero nada más competido que la publicidad. En tal medida, se requiere acudir a un mecanismo de financiación que por un lado sea transparente y por otro garantice la subsistencia de los periodistas que integran la nómina.

ES EL NEGOCIO, SOCIO

Es entonces cuando el modelo de negocio de eldiario.es viene en nuestro auxilio, con una entrevista con su director Ignacio Escolar donde dice que “si el primer cliente es el lector, el periodismo gana”.

¿Esto qué significa? Que debemos esforzarnos para agradar al lector, de modo que aporte para apoyar el proyecto, sin que esto signifique que al que no pague se le cierren las puertas, como sí ocurre hoy con Semana o El Espectador. Se trata es de convertir al lector en un socio del proyecto, asumiendo la sociedad como que no “paga para leer” sino “paga para que esto siga viviendo”.

Así las cosas, nuestra meta a 2020 es convencer a 50.000 colombianos de que aporten a la supervivencia de El Unicornio, como vínculo de resistencia y expresión de apoyo a la libertad de prensa, con un modesto aporte de $3.000 mensuales y mediante dos modalidades de suscripción posibles: semestral de $18.000, anual de $36.000.

Queda entonces el balón en manos de usted, apreciado socio-lector eventual, y estamos atentos a brindarle el mejor servicio.

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