Y en medio de la pandemia…
Residentes del barrio Cedritos en Bogotá han escrito a El Unicornio para denunciar una situación insólita: un rumbeadero y plaza de comidas administrado por migrantes venezolanos, que se enclavó en un lote desocupado, en medio de edificios residenciales, como se aprecia en la foto de portada que acompaña este artículo.
El lote está ubicado en la calle 144 con carrera 9 y lo llaman San Roque Parque Social. Es administrado por venezolanos, y la prueba es que en diciembre del año pasado celebraron ahí el Festival Cedrizuela, que integra a los migrantes de ese país que viven y trabajan en Cedritos.
Aquí, un resumen de las quejas que presentan los vecinos:
“La calle 144 y sus alrededores es un área residencial de solo edificios. Antes de la pandemia empezaron los arrendatarios del lote a hacer reuniones y fiestas hasta altas horas de la noche, interrumpiendo la tranquilidad y seguridad del área. Se informó a la Policía y respondieron que tenían permiso para hacerlo, a pesar de ser área residencial. Se solicitó a Planeación una copia del reglamento y certificaron que en ese lugar no se permite venta de licor ni comida y que el lote de ningún modo puede servir para construir ahí un restaurante. Sin embargo, los administradores del lugar exhiben “permisos”. Los residentes no entendemos qué clase de permisos pueden expedir para un lote de uso exclusivamente residencial, al que convirtieron en ruidoso asentamiento de restaurantes y bares.
A la fecha, ya han metido doce establecimientos de “Food Truck” en tan reducido espacio. Cada día es un problema mayor por el ruido, el olor de los alimentos, el uso del gas en las cocinas y la presencia permanente de las motos de los domiciliarios. Todo lo anterior ha aumentado la inseguridad del sector. Hay quienes dicen que los domiciliarios son cómplices de ladrones que se ‘camuflan’ entre ellos, y así vigilan a los residentes en busca de ingresar a los edificios.
Por el ruido, no dejan descansar desde el jueves en la noche. Los fines de semana abren bien temprano y cierran a la madrugada. Si los vecinos llaman a la Policía, llegan los agentes y son opíparamente atendidos en los puestos de comida, para luego irse satisfechos y sin remediar nada.
Los vehículos que ahí llegan parquean en doble línea, sin respetar ningún área privada. El olor a comida es insoportable, y se impregna dentro de los apartamentos, incluso en la ropa de los residentes, sumado al olor continuo a gas.
En febrero de 2020 los residentes presentaron un Derecho de Petición a la alcaldía de Usaquén, y se programó una audiencia para cuatro meses después (18 de junio), que debido a la pandemia debió realizarse en forma virtual y no asistieron los representantes de los establecimientos. Han pasado seis meses desde entonces y ahí siguen como si nada, cerrando y abriendo cuando quieren, incluso durante los días que la alcaldía ha ordenado cuarentena o toque de queda, incumpliendo medidas de bioseguridad.
Por todo lo anterior los vecinos de Cedritos quisiéramos saber qué es lo que pasa, por qué las autoridades no hacer nada, los vecinos ya estamos cansados de llamar a la policía, de exigir y y de pedir que se respetan nuestros derechos y nuestra tranquilidad como residentes del sector”.