Por GERARDO MARTÍNEZ MARTÍNEZ
“Ricaurte en San Mateo
en átomos volando”;
dice el himno, recordando
que su muerte fue trofeo.
Inmolarse fue el deseo
y a él la historia le abroga
liberarnos de la soga
que el Ricaurte presidente,
mancilló por delincuente,
con el cartel de la toga.
Por eso, inmensa alegría
con la condena a ese indigno
que de justicia fue signo,
cuando era una porquería.
Sí, lo llamaron usía,
honorable, honrado, fino,
siendo que tenía el destino
ingrato, infame, torcido,
de un magistrado bandido,
asaltante de camino.
Feliz verlo con esposas,
las que siempre mereció.
La justicia defraudó
de una manera oprobiosa.
Cayó en la profunda fosa
de ostentación en sus gustos,
vendiendo fallos injustos
al precio de coimas buenas.
Esperamos las condenas
de Tarquino, Malo y Bustos.
Brillará así la justicia.
Resplandecerá el Derecho,
después de estar tan maltrecho
por la nefasta codicia.
Entre aflicción y pernicia,
la Temis vendada, ciega,
tiene que intentar la briega
contra aquello que la afea:
aceptamos que cojea,
cojea, pero a veces llega.
ÑAPA:
Los menores reclutados
son víctimas de un delito.
Decir: “en armas alzados”
para que sean bombardeados,
eso resulta inaudito.