Estampas decembrinas

Un animador da alaridos y repite palabras y lugares comunes a los deportistas para que se organicen y se dé la partida de la media maratón que la Alcaldía de Bucaramanga y el Inderbú (sí, con tilde) organizaron, parece que con la intención de que la gente madrugue a hacer ejercicio y a procurarse una mejor salud. Bien por eso (por la media maratón, no por el fastidioso animador gritón). Son las 5 de la mañana.

El altavoz del animador gritón ahogó el ruido del reguetón que resuena desde hace horas y con el que animan los tragos algunos sobrevivientes de la rumba, ahora aprobada hasta las cuatro de la mañana, que después de la hora que sea acuden al desquite a cualquier lugar de tantos de la ciudad adonde no llegan los policías a sacarlos por ruidosos. El Gobierno local decretó una hora laxa para el final de la rumba, pero un bloqueo a las vías activó una reculada inmediata, y la hora pasó de la laxitud al bochorno.

Cuántas cosas se logran mediante el ataque a los derechos ciudadanos, digo yo. Al parecer, la única diferencia entre la autorización hasta las dos o hasta las cuatro es la hora del bochinche del remate en el espacio público. “After party”, le dicen. De todos modos, son los ciudadanos los que pagan el pato por la rumba hasta las dos o hasta las cuatro y por el remate en los espacios públicos.

Pero los rumberos no son los únicos victimarios; no, claro que no. A las 7 de la mañana comienzan a resonar los altavoces en varios lugares de la ciudad. Sus estridencias y las voces chillonas tipo Olímpica llaman a practicar los aeróbicos semanales, y allí están los cuatro gatos de siempre, tratando de llevar el ritmo, mientras que los trasnochados vecinos deben ocuparse de mala gana en cualquier cosa, menos en lo que requiera silencio y paz.

Así funcionan las cosas por acá. Como la prohibición de la pólvora, cuya quemazón ha servido para saber quién es el que manda. Como las normas viales, que parecen pensadas para que sean violadas por conductores y peatones, y por motociclistas, convertidos ya casi en cuasiorganizada banda antisocial.

Demostrado está que lo que sea se logra con la obstrucción de las vías y joder a los ciudadanos. Y “lo que sea” significa también sacrificar a los mismos ciudadanos. Por ejemplo: se limita el ruido para que no jodan a los ciudadanos, y los promotores del ruido tapan las vías para joder de día a los ciudadanos (sus víctimas) y que la Alcaldía les dé permiso de seguir jodiendo a los ciudadanos por la noche.

Ganan los promotores del ruido, por supuesto.

@PunoArdila

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