El partido de la fascista Marine Le Pen se ha impuesto en la primera vuelta de las legislativas francesas, con el 33.5% de la votación. La izquierda unificada ha conseguido el 28%, el partido de centro derecha del presidente Macron el 20.8%, y la derecha tradicional un 6.7%. Estas tres últimas fuerzas suman el 55.5%. Si es verdad que tanto izquierda como el centro derecha y la derecha no quieren que el fascismo se apodere del Parlamento francés con una mayoría absoluta, es imperativo que se unan en una coalición democrática y republicana contra la toma del poder por parte de la ultraderecha a través de las urnas. Lo más amplio de la sociedad francesa ha de fusionarse ahora, ya mismo, con el objetivo común de defender la democracia: que cada partido aparque sus egoísmos y ponga por encima la supervivencia de un Estado democrático y una Europa sin fascismo.
Esta semana es una de las más cruciales en la historia de la Unión Europea y para la democracia en el mundo. Francia, el país emblemático de los derechos humanos, fundador de la UE y referencia mundial en política local, regional e internacional, no puede permitir que el fascismo del siglo XXI se parapete en el poder.
Está en las manos de los franceses, y nunca mejor dicho, que el próximo domingo en la segunda vuelta de las legislativas, los ciudadanos depositen en la urna el voto de la unidad democrática y republicana para atajar esta carrera de ascenso de la extrema derecha en toda Europa, especialmente, en los dos países más importantes de la UE: Francia y Alemania.
Mientras haya voto, hay esperanza.
¡Adelante ciudadanos franceses!
OLGA GAYÓN/Bruselas
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