Por GERARDO MARTÍNEZ MARTÍNEZ
Al candidato Fajardo,
el que fue gobernador,
la Fiscalía sin pudor
le lanza terrible dardo.
En sus hombros pone fardo
de indignidad manifiesta,
por la conducta funesta
de defraudar el erario.
Cierto fiscal perdulario
se presta para esa fiesta.
La opinión mayoritaria,
en reacción que leemos,
a la acusación le vemos
una actitud temeraria.
Es la gran parafernalia
de aplastar contradictores,
cuestionando sus valores
para acusarlos de reos;
volverlos ‘patitos feos’
y concentrar los rencores.
De la elección los albores,
la camarilla que manda,
tiene organizada banda
para engañar electores.
Esos sumisos doctores
tienen clara la función,
porque solo esbirros son
para enjuiciar los demás,
en esa estrategia audaz
que les diseñó el patrón.
Se toma presunto error
para elevarlo a delito,
con argumento refrito
a niveles de estupor.
Queda amargo sinsabor
que ahora un daño fiscal,
en préstamo contractual
por depreciación del peso,
sea para el fiscal travieso,
grave conducta penal.
Tal vez sea mala gestión,
aducen los entendidos.
Faltó ser más precavidos,
mas no hay dolo de intención.
En esencia es la razón
del control patrimonial;
que no es código penal
cuando se mira despacio,
pues es él la “última ratio”:
estudie, señor Fiscal.
Entonces, será mejor
que la justicia sea coja,
pero que ninguno escoja
de víctima, al contendor.
Eso es actuar sin honor;
es prestarse a la tramoya;
participar en la polla
para escoger presidente,
en un actuar indecente
que nos dejará en la olla.