Por ahora, sí. Aunque sus promotores dicen que es un invento de del presidente y de algunos delirantes de la extrema izquierda, el actual gobierno ha sido sometido desde finales del año pasado a una terapia de “golpe blando” en los términos en que lo diseñó Gene Sharp, el creador del Think Thank gringo: laboratorios de ideas funcionales a la hegemonía de la potencia americana. Son el cerebro político de las castas dominantes en Washington.
El dictamen de Medicina Legal y la validación de la Fiscalía sobre el suicidio del coronel Dávila, muerte que Semana y la extrema derecha se la estaban atribuyendo al presidente Petro, tumbó una de las piezas neurálgicas de la conspiración reaccionaria mandándola al congelador.
Pero el “golpe blando” sigue vivo como una carta a jugar. Está intacto en el Lawfare con varios de sus capítulos: expedientes amañados del fiscal Barbosa, demandas en la Comisión de Acusaciones de la Cámara y procesos por financiación supuestamente ilegal de la campaña electoral del Pacto Histórico en 2022.
La guerra jurídica contra Petro seguirá y la ultraderecha la manipulará para tomar aire y ofrecerse como la nueva salida, con rostros de exmilitares al frente.
En todo caso, el que queda con la iniciativa estratégica para profundizar su proyecto histórico de cambios es el presidente Gustavo Petro, a pesar de los previsibles traspiés en el Congreso, que no es la única cancha para el juego. Vienen las Asambleas Populares.
@HoracioDuque8