«Gaza es un ejemplo textual de genocidio”: Raz Segal

«Israel ha sido explícito sobre lo que está llevando a cabo en Gaza. ¿Por qué el mundo no escucha?».

Por Raz Segal, Doctor en Historia de la Universidad Clark (Centro Strassler de Estudios sobre el Holocausto y el Genocidio, 2013). Es Profesor Asociado de Estudios sobre el Holocausto y el Genocidio y Profesor en el Estudio del Genocidio Moderno en la Universidad de Stockton, donde también es Director del programa de Maestría en Estudios sobre el Holocausto y el Genocidio. Publicado oriinalmente en: https://jewishcurrents.org/a-textbook-case-of-genocide

El viernes, Israel ordenó a la población asediada de la mitad norte de la Franja de Gaza que evacuara hacia el sur, advirtiendo de que pronto intensificaría su ataque contra la mitad superior de la Franja. La orden ha dejado a más de un millón de personas, la mitad de ellas niños, intentando huir frenéticamente entre continuos ataques aéreos, en un enclave amurallado donde ningún destino es seguro. Como escribía desde Gaza la periodista palestina Ruwaida Kamal Amer, «los refugiados del norte ya están llegando a Khan Yunis, donde los misiles no paran y nos estamos quedando sin comida, agua y electricidad».

La ONU ha advertido de que la huida de personas del norte de Gaza hacia el sur tendrá «consecuencias humanitarias devastadoras» y «transformará lo que ya es una tragedia en una situación calamitosa». En la última semana, la violencia de Israel contra Gaza ha matado a más de 1.800 palestinos, herido a miles y desplazado a más de 400.000 dentro de la franja. Y sin embargo, el Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha prometido hoy que lo que hemos visto es «sólo el principio».

La campaña de Israel para desplazar a los gazatíes -y potencialmente expulsarlos por completo a Egipto- es un capítulo más de la Nakba (catástrofe), en la que se calcula que 750.000 palestinos fueron expulsados de sus hogares durante la guerra de 1948 que condujo a la creación del Estado de Israel. Pero el asalto a Gaza también puede entenderse en otros términos: como un caso de libro de texto de genocidio que se desarrolla ante nuestros ojos. Digo esto como estudioso del genocidio, que ha pasado muchos años escribiendo sobre la violencia masiva israelí contra los palestinos. He escrito sobre el colonialismo de los colonos y la supremacía judía en Israel, la distorsión del Holocausto para impulsar la industria armamentística israelí, la explotación de los señalamientos de antisemitismo para justificar la violencia israelí contra los palestinos y el régimen racista del apartheid israelí. Ahora, tras el ataque de Hamás del sábado y el asesinato en masa de más de 1.000 civiles israelíes, está ocurriendo lo peor de lo peor.

Según el derecho internacional, el delito de genocidio se define por » la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal», como se señala en la Convención de la ONU para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de diciembre de 1948. En su ataque asesino contra Gaza, Israel ha proclamado a gritos esta intención. El ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, lo declaró en términos inequívocos el 9 de octubre: «Estamos imponiendo un asedio total a Gaza. Sin electricidad, sin alimentos, sin agua, sin combustible. Todo está cerrado. Estamos luchando contra animales humanos, y actuaremos en consecuencia«[1]. Los líderes de Occidente reforzaron esta retórica racista al describir el asesinato masivo de civiles israelíes por parte de Hamás -un crimen de guerra según el derecho internacional que con razón provocó horror y conmoción en Israel y en todo el mundo- como «un acto de pura maldad», en palabras del presidente estadounidense Joe Biden, o como una acción que reflejaba un «mal antiguo», según la terminología de la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen. Este lenguaje deshumanizador está claramente calculado para justificar la destrucción a gran escala de vidas palestinas; la afirmación de «maldad», en su absolutismo, elude las distinciones entre los militantes de Hamás y los civiles de Gaza, y oculta el contexto más amplio de la colonización y la ocupación.

La Convención de la ONU sobre el Genocidio enumera cinco actos que entran dentro de su definición. Israel está perpetrando actualmente tres de ellos en Gaza: «1. Matanza de miembros del grupo. 2. Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo;. 3. Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial»[2]. La Fuerza Aérea israelí, según sus propias cuentas, ha lanzado hasta ahora más de 6.000 bombas sobre Gaza, que es una de las zonas más densamente pobladas del mundo, casi tantas bombas como las que Estados Unidos lanzó sobre todo Afganistán durante los años más álgidos de su guerra allí[3]. Human Rights Watch ha confirmado que las armas utilizadas incluían bombas de fósforo, que prenden fuego a cuerpos y edificios, creando llamas que no se extinguen al contacto con el agua. Esto demuestra claramente lo que Gallant quiere decir con «actuar en consecuencia»: no dirigirse contra militantes individuales de Hamás, como afirma Israel, sino desatar una violencia mortal contra los palestinos de Gaza «como tales», en el lenguaje de la Convención de la ONU contra el Genocidio. Israel también ha intensificado su asedio de 16 años a Gaza -el más largo de la historia moderna, en clara violación del derecho internacional humanitario- hasta convertirlo en un «asedio completo», en palabras de Gallant. Este giro de la frase indexa explícitamente un plan para llevar el asedio a su destino final de destrucción sistemática de los palestinos y de la sociedad palestina en Gaza, matándolos directamente, matándolos de hambre, cortándoles el suministro de agua y bombardeando sus hospitales.

No sólo los dirigentes israelíes utilizan ese lenguaje. Un entrevistado del Canal 14, pro-Netanyahu, pidió que Israel «convirtiera Gaza en Dresde»[4]. El Canal 12, la estación de noticias más vista de Israel, publicó un reportaje sobre israelíes de izquierdas que llamaban a «bailar sobre lo que solía ser Gaza». Mientras tanto, los verbos genocidas -llamamientos a «borrar» y «arrasar» Gaza- se han hecho omnipresentes en las redes sociales israelíes. En Tel Aviv, se vio una pancarta que decía «Cero gazatíes» colgada de un puente.

De hecho, el ataque genocida de Israel contra Gaza es bastante explícito, abierto y desvergonzado. Los perpetradores de genocidios no suelen expresar sus intenciones con tanta claridad, aunque hay excepciones. A principios del siglo XX, por ejemplo, los ocupantes coloniales alemanes perpetraron un genocidio en respuesta a un levantamiento de las poblaciones indígenas Herero y Nama en el suroeste de África. En 1904, el general Lothar von Trotha, comandante militar alemán, emitió una «orden de exterminio», justificada por el argumento de una «guerra racial». En 1908, las autoridades alemanas habían asesinado a 10.000 Nama, y habían logrado su objetivo declarado de «destruir a los Herero», matando a 65.000 Herero, el 80% de la población. Las órdenes de Gallant el 9 de octubre no fueron menos explícitas. El objetivo de Israel es destruir a los palestinos de Gaza. Y los que observamos en todo el mundo no cumplimos con nuestra responsabilidad de impedirlo.

Traducción de David Escobar. @amnesia4_


[1] https://www.timesofisrael.com/liveblog_entry/defense-minister-announces-complete-siege-of-gaza-no-power-food-or-fuel/

[2] https://www.ohchr.org/es/instruments-mechanisms/instruments/convention-prevention-and-punishment-crime-genocide

[3] Estados Unidos lanzó más de 7.000 bombas sobre Afganistán tanto en 2018 como en 2019; en el momento de la publicación, Israel había lanzado unas 6.000 bombas sobre Gaza en menos de una semana.

[4] La noche del 13 de febrero de 1945, aviones ingleses dejaron caer sobre Dresde, en sucesivas oleadas que se prolongarían hasta el día 15 con apoyo de fuerzas estadounidenses, cerca de 4.000 toneladas de bombas explosivas y dispositivos incendiarios. El bombardeo de Dresde sigue siendo uno de los episodios más polémicos de la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad persiste aún el debate dado que la capital sajona no era un objetivo de interés estratégico o militar tal y como aseguran fuentes políticas o militares aliadas, sino que por el contrario el bombardeo fue una represalia desproporcionada e indiscriminada e incluso se trató de un crimen de guerra realizado a sangre fría con la firme intención de aniquilar a cientos de miles de civiles alemanes y a los refugiados del este de Europa, que buscaban refugio, precisamente, en Dresde.

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