Por GERMÁN AYALA OSORIO
Durante la celebración del día de las brujas, cientos de miles de adultos se disfrazan de sus personajes favoritos. Sobresalen superhéroes y asesinos seriales como Chucky y Jason (Viernes 13), entre muchos más. Otros, por el contrario, deciden retirarse las máscaras y dejar ver su real talante ético-político. Es el caso del profesor Gilberto Tobón Sanín, quien decidió quitarse la mascarada de progresista y liberal para acercarse a las ideas conservadoras de Álvaro Uribe Vélez, a quien defendió en el programa antioqueño Nos cogió la noche, señalando que él no pudo haber dado la orden a militares de alto rango para que asesinaran jóvenes con el objetivo táctico de hacerlos pasar como bajas en combate.
Si bien no hay todavía sentencia judicial contra Uribe por la ejecución de lo que fue una política de Estado, si le recae responsabilidad política, por acción u omisión, frente a los execrables crímenes de lesa humanidad conocidos como ‘falsos positivos’ y cometidos por agentes estatales. Tanto el decreto Boina con el que se hicieron reconocimientos económicos por cabecillas «neutralizados», o la directiva 029 de 2005, con la que también se entregaban incentivos a los militares, hacen parte del marco normativo que generó patrones comportamentales en la comisión de esos crímenes. Por ello, se puede pensar que asesinar a civiles fue una política de Estado ejecutada por los militares entre 2002 y 2010, con la anuencia de la autoridad civil.
Gilberto Tobón de repente desestimó los videos que circulan, donde se escucha con claridad al entonces presidente Uribe exigiendo a generales “más y mejores resultados operacionales… y los que no den resultados, que vayan pasando la renuncia”.
Negar esa responsabilidad política instala a Tobón en las huestes del expresidente, de cara a las elecciones regionales, al tiempo que le echa sal a las heridas de los familiares de las víctimas de los falsos positivos, que no olvidan los señalamientos que Uribe hizo contra sus hijos cuando señaló que «esos muchachos de Soacha no estaban recogiendo café», frase con la que les puso un manto de duda sobre su honorabilidad y buen nombre.
En las redes sociales no se hizo esperar el rechazo de la postura asumida por quien se dice aspirará a la alcaldía de Medellín. Lo cierto es que Tobón Sanín ha demostrado ambivalencias en las maneras como interpreta los hechos políticos. Ya en una oportunidad se había referido a Gustavo Petro en términos negativos. Y durante la pasada campaña presidencial tomó distancia del “uribismo” al presentarse como candidato al Congreso por el movimiento Fuerza Ciudadana. Obtuvo casi 140 mil votos, pero no alcanzó una curul. Es decir, se quemó. Lo cierto es que en su discurso se había acercado a las propuestas del Pacto Histórico lo que hacía pensar que tomaba distancia del llamado uribismo, que incluye a Uribe, Fajardo, Federico Gutiérrez y al propio Rodolfo Hernández.
Lo expresado por Tobón Sanín calienta de manera temprana el ambiente preelectoral en Antioquia. Pronto sabremos si lo dicho por el reconocido profesor obedece a que para sus aspiraciones políticas estaría priorizando las relaciones que de tiempo atrás -es lo que dicen las malas lenguas- con el clan Ochoa. Así, el giro ideológico, ético y moral estaría más que justificado desde el punto de vista político-electoral.
Horas antes de la noche de Brujas, cientos de ciudadanos en Medellín y otras ciudades del país salieron espantados no tanto por los disfraces de brujas y asesinos seriales, sino por cuenta de lo dicho por Gilberto Tobón Sanín. Otros dicen que el profesor salió del “closet”, en el sentido en que realmente es un “uribista enclosetado”. De confirmarse esto último, estaríamos ante un nuevo Fajardo o, quizás, un nuevo Fico Gutiérrez. Que decida Antioquia, tierra en la que muchos aún creen en fantasmas, brujas y asesinos seriales como Jason y Chucky, entre otros.
@germanayalaosor