Por HUMBERTO TOBÓN*
Se reúnen en Glasgow los mandatarios de los países del mundo para discutir sobre el clima. Esta cumbre tiene la condición de ser definitoria para el futuro de la vida en el Planeta, por lo cual a ellos no les asiste el derecho a fracasar. Deben tomar las decisiones adecuadas, oportunas, con metas verificables y recursos técnicos, tecnológicos, científicos y financieros suficientes.
Sin embargo, las primeras de cambio no resultaron tan satisfactorias. Algo que se está volviendo normal. Los gobernantes de las 20 naciones más ricas, reunidas en Roma, dijeron que estaban de acuerdo con que el incremento del clima no puede ser superior a 1,5 grados centígrados, tomando como punto de partida el inicio de la revolución industrial, pero no hubo compromisos vinculantes. Sólo una buena foto, muchas sonrisas y ninguna concreción.
Si no hay decisiones de fondo, la tierra irá indefectiblemente hacia una catástrofe provocada por el cambio climático, que sólo dejará destrucción y muerte. Los jefes de gobierno saben las consecuencias de no actuar ya. Lo han advertido los científicos y lo gritan en las calles de todo el mundo los líderes ambientalistas y millones de personas, especialmente jóvenes, que relaman por un futuro seguro y un entorno no contaminado.
Las decisiones que se esperan, tienen que ver con los aportes económicos de las naciones ricas, especialmente aquellas que se han desarrollado técnica y económicamente, sobre la base de contaminar con combustibles fósiles. No es una dádiva, sino una compensación por los daños causados y una indemnización a los países que tienen derecho a desarrollarse, usando las mismas fuentes de energías, pero que ya sin posibilidad de hacerlo.
También se aguarda el anuncio urgente de que antes de 2040 no se utilizará ni el petróleo ni el carbón como combustibles, y que se adoptarán fuentes de energías limpias y seguras, cuyas tecnologías deberán ser puestas a disposición de las naciones menos desarrolladas. Es la única forma de frenar la espiral contaminante de gases de efecto invernadero.
Es esencial que se apruebe un lineamiento general para frenar la deforestación, muy especialmente en el Amazonas, donde la destrucción de los bosques es tan acelerada, que afectará el equilibrio climático del mundo. Declararle la guerra a los deforestadores y sancionar a los países que permitan esta práctica, son actos de responsabilidad que no se pueden pasar por alto.
Controlar la cría de ganado vacuno, gran generador de gas metano; frenar las actividades productivas en los picos nevados y en los páramos; declarar como áreas protegidas todas las cuencas altas de los ríos; prohibir la práctica del fracking; reconvertir a motores eléctricos todos los vehículos de servicio público antes de 2030; controlar la guerra química, entre otras muchas acciones, demostraría que sí hay voluntad universal de salvar el planeta de una hecatombe, que podría poner en riesgo la existencia de la especie humana, especialmente si la temperatura aumenta por encima de 2,5 grados antes de finalizar este siglo.
*Este concepto no compromete a la RAP Eje Cafetero, donde soy Subgerente de Planeación Regional.