Por HERMANN SÁENZ PRIETO
Gerardo Ferro es un escritor colombiano (Cartagena,1979) radicado en Canadá, donde trabaja como un inmigrante que ayuda a otros que recién llegan a ese país, a encontrar trabajo y estabilidad. Es autor de numerosos relatos literarios y obtuvo el Premio Nacional de Cuento en 2006 con su obra Antropofobia. El Unicornio lo contactó para conocer sus impresiones sobre su país natal, visto desde la distancia geográfica.
¿Desde Canadá, como se ha percibido el triunfo de Biden y el gobierno de Trump?
Las relaciones entre Estados Unidos y Canadá siempre han sido muy cercanas, por cuestiones geográficas y económicas. Así que no creo que las relaciones hayan cambiado mucho durante el período Trump, ni vayan a cambiar ahora con el gobierno Biden. Sin embargo, la percepción que se tenía de Trump, no a nivel de gobierno sino a nivel ciudadano, era la de un ser detestable, racista y negacionista de realidades climáticas. El mundo respira mejor sin un tipo como Trump en el poder.
¿Desde la distancia cómo ve el gobierno de Iván Duque, cómo lo perciben los demás colombianos en ese país?
Aquí en Montreal, donde vivo, hay un fuerte movimiento de la diáspora colombiana, muy crítica al gobierno Duque. Asistimos a manifestaciones y tratamos de acompañar en sus demandas a nuestros compatriotas. El gobierno Duque también lo sufrimos en la distancia; nuestras raíces siguen en esa tierra, y un gobierno como el de Duque es devastador, para la naturaleza, para los líderes sociales y para el desarrollo del país.
¿Cuál es su concepto sobre Álvaro Uribe Vélez?
Un concepto tengo claro, y todas las pruebas existentes lo reafirman: Uribe Vélez representa a una clase social emergente, por fuera de la tradición oligarca dominante, que surgió de la mano del narcotráfico. Por otro lado, me parece un fenómeno de cultura política, de marketing político, muy interesante para estudiar, para profundizar incluso en la ficción. Creo que Uribe Vélez y la admiración ciega que sigue despertando en muchos nos permite una lectura muy desalentadora sobre nuestra sociedad.
Tuvo la oportunidad de votar en las pasadas elecciones presidenciales de Colombia ¿Nos puede contar por quién lo hizo?
Desde que puedo hacerlo siempre he votado, y aquí en el exterior lo siento como una obligación. Mis votos siempre han sido por fuerzas alternativas, progresistas y de izquierda. He votado por Gustavo Petro no sólo en las elecciones pasadas sino en todas las demás donde se ha presentado.
¿Por qué siempre vota por Petro? ¿Cuál es su concepto de él?
Mi concepto es sobre su plan de gobierno, sobre sus propuestas, no sobre él como persona, porque nunca lo he tratado, salvo como periodista. Siento que su proyecto político hace una lectura clara, profunda y acertada de las problemáticas del país. En este momento no hay un solo político en Colombia que tenga una lectura más clara de país, y un proyecto más incluyente que el de la Colombia Humana.
¿En general cómo ve la situación del país? ¿Es optimista o pesimista?
Yo suelo ser muy pesimista sobre la situación política del país, honestamente. Pero a partir de las lecciones pasadas, y mucho más ahora, he sentido el renacer de una fuerza ciudadana que se levanta a exigir sus derechos. Eso será un proceso largo, debemos ser pacientes y organizarnos muy bien; en un país como Colombia, que carga con tantos muertos a sus espaldas, no es fácil hablar de resistencia, de subversión de ideas, de cambios sociales, incluso de democracia, sin ser tildado de extremista o incendiario. Esa es una lucha que llevará tiempo, pero creo que hemos iniciado el camino.
¿Existen personas en Canadá que le teman a una posible “venezonalización” de Colombia?
Sin duda, conozco algunos muy uribistas, muy defensores de Duque. En las pasadas elecciones votaron guiados por ese temor. También conozco a amigos venezolanos que apoyaban a Duque pensando que apoyaría de manera decidida el tránsito de Venezuela a un nuevo gobierno, no entendieron que el uribismo utilizó a su antojo el tema de Venezuela para ganar adeptos a través del miedo. Duque lo que menos quería era ayudar al pueblo venezolano.
¿Por qué se fue de Colombia y a qué se dedica en Montreal?
Yo no me he ido del país. Cambié de geografía, que es diferente, pero Colombia es un sentimiento que se lleva a todas partes. Las naciones son imaginarias, y la mía (o las mías), están conmigo donde vaya. La relación con el país, desde la distancia, me ha permitido verlo mejor. Aquí trabajo con comunidades inmigrantes de todo el mundo, he aprendido que las fronteras de los países están en la cabeza, y los prejuicios en la utilización de la cultura como un arma. Yo aquí no soy solo colombiano, soy latinoamericano inmigrante. Y eso me une humanamente, con gente de muchas otras nacionalidades que han vivido cosas similares, y a veces peores que las vividas en Colombia.
¿Está muy lejos Colombia de alcanzar un nivel de vida similar al de Canadá?
Lo importante es dejar las comparaciones a un lado. Colombia no tiene por qué alcanzar el nivel de Canadá ni de ningún país. Canadá no es un paraíso y tenemos problemas internos como cualquier nación, diferentes a los colombianos, pero igual de importantes para sus ciudadanos. Colombia debe alcanzar su propio nivel encontrar su propio camino, su propia identidad política; tampoco hace nada mirando en Canadá o Estados Unidos, un espejo cuya realidad histórica es muy diferente a la nuestra. Sus referentes deben estar en la tradición comunitaria de nuestra sociedad y en nuestros vecinos latinoamericanos.
Aparte de acabar con la corrupción, ¿qué más hace falta en Colombia?
Educación, justicia social, oportunidades de desarrollo. Es nuestro principal problema, de ahí nace todo, nuestra violencia, nuestra corrupción, que es también una forma de violencia.
¿Qué es lo mejor de Canadá?
Yo no idealizo a este país, tiene muchas cosas criticables. Además, la visión de un inmigrante nunca será la misma de un nativo. Quizá sea eso lo que más me gusta de este país: la mezcla de culturas, la hibridez.
¿Piensa volver a Colombia?
Claro. En todo caso, como le dije, siento que sigo allá. Habito dos países, al menos: uno físicamente, el otro interno.
¿Desde afuera, cuál aspecto positivo es el que más se destaca de Colombia?
Cuando le pregunto a otros inmigrantes sobre Colombia, siempre me hablan de fútbol, de Valderrama, Higuita o James. Eso es mejor a que te recuerden a Escobar.
¿Se siente el cambio climático en Canadá?
¡Sin duda! Hace una semana estábamos a 20 grados en pleno otoño, cosa bastante extraña. Eso es el cambio climático. No habrá un solo país sobre la faz de la tierra que no viva las consecuencias del crimen enorme que hemos hecho contra la naturaleza.