En un restaurante ubicado en un sector popular de Cali escuché el diálogo entre dos cocineras y el ayudante de mesas. Al comedero lo llamaré «Cuatro mesas». Todos en edades que oscilaban entre los 40 y los 65 años. El tema: Venezuela y un posible golpe de Estado para sacar a Maduro del poder. El ayudante les dijo a las señoras: «la única manera de bajarlo es con un golpe de Estado». Esta última parte de la frase obligó a las damas de la cocina a preguntar: ¿Qué es un golpe de Estado?
El ayudante les explicó así: «bajarlo a tiros». Las señoras guardaron silencio por un instante y luego sonrieron. La conversación terminó así. Como comensal ocasional, me pregunté: ¿Es «obligación saber qué es un golpe de Estado? ¿Por qué ninguno de los tres hizo referencia a los golpes de Estado en Chile. Bolivia y Argentina para nombrar solo tres ejemplos? Lo más probable es que ninguno de los tres se haya enterado o recuerde esos hechos políticos acaecidos en nuestra América del Sur.
Esta disquisición apunta a que el bajo capital socio cultural en diversas capas de la sociedad colombiana abre la puerta para que los medios masivos y en particular los periodistas tendenciosos terminen por consolidar una opinión pública que puede sentirse informada con lo que le entregan a diario las empresas mediáticas, pero con un vacío conceptual que al final no les permite hacer lecturas propias, fundadas en un dominio mínimo de categorías de uso común en noticieros. Hablo de términos como legitimidad, golpe de Estado, comunidad internacional, política, relaciones internacionales y geopolítica, entre otras.
Caracol Noticias viene posicionando la narrativa que señala que efectivamente hubo fraude electoral en Venezuela en las elecciones del 28 de julio. Y lo hace sin hacer el más mínimo esfuerzo pedagógico para explicarles a sus audiencias el significado de palabras, vocablos o términos como golpe de Estado, que desconocían los tres personajes de «Cuatro mesas». Y eso que Caracol Noticias tiene como reciente eslogan «primero la gente». Pero no les interesa la gente para formarla políticamente, sino para que repitan como «loras» las interpretaciones de sus comentaristas, analistas y periodistas.
Los medios masivos tienen un componente y un compromiso educativo que, a juzgar por el diálogo en «Cuatro mesas», no estarían cumpliendo a cabalidad. Claro que no podemos achacarle toda la responsabilidad a los medios masivos. Cada ciudadano debería mostrarse mínimamente interesado en comprender lo que pasa dentro y fuera de su país. Eso sí, mantenerse al margen, esto es, ignorar lo que sucede en Venezuela y lo que pasa en Colombia también es una opción de vida que debemos respetar. Muy seguramente, esa forma de estar en el mundo les proporciona mayor tranquilidad porque sus preocupaciones están a otro nivel. A lo mejor a los tres personajes de «Cuatro mesas» no les interese tener dominio conceptual sobre los vocablos aquí expuestos. Y lo más probable es que la «definición» que les dio el ayudante de mesa es suficiente para saber qué es eso de golpe de Estado: «bajar a tiros a un presidente».
@gemanayalaosor