El incidente callejero que protagonizaron el periodista norteamericano Dan Cohen y el expresidente Iván Duque Márquez debe servir para dilucidar ciertos asuntos que no tuvieron en cuenta quienes salieron a defender al exmandatario y por esa vía atacar a Cohen; igualmente, quienes aplaudieron a rabiar lo hecho por el ciudadano americano.
Lo primero se relaciona con la acción misma de increpar, que estaría respaldada por el derecho que protege a Cohen y a cualquier ciudadano a expresar su opinión en cualquier recinto o lugar. Ese derecho se llama libertad de expresión. La reprimenda verbal que Dan Cohen le dio a Duque puede no gustar a quienes suelen abogar las “buenas maneras” para dirigirse a un expresidente, pero son los mismos que guardaron silencio cuando Diego Santos llamó “imbécil” al presidente Petro. Y a diario, los periodistas defensores morales de Iván Duque legitiman a quienes le gritan “guerrillero y terrorista”.
Aquellos periodistas y ciudadanos del común que suelen plegarse a la cortesía o lo ‘políticamente correcto’, lo hacen para evitarse el trabajo de mirar el fondo de las cosas. Y en el fondo del rifirrafe protagonizado por Cohen y Duque está la mala gestión del expresidente, su cinismo e indolencia con los más necesitados, sumado al hecho de haber sido el títere de Álvaro Uribe Vélez y de los poderosos de este país. Ese mote lo usó la periodista Ángela Patricia Janiot para preguntarle al propio Duque, al aire en CNN, si era o no el títere del expresidente antioqueño. Tampoco se debe olvidar que Iván Duque fue el responsable del estallido social y de haber enfrentado las movilizaciones con un uso desbordado y criminal de la “violencia legítima del Estado”.
Cohen actuó llevado por una evidente animadversión hacia Duque, un gris político que cargará sobre sus hombros la responsabilidad de todo lo que hizo mal durante cuatro años.
Yo hubiera preferido que los reclamos del periodista se hubieran tramitado a través de un diálogo sereno, y sin duda alguna lo hecho por Cohen no hace parte del ejercicio periodístico, no. Pero es que su actuación debe desligarse del oficio, así sea difícil separar el ejercicio de la profesión, de los sentimientos humanos.
El que Cohen haya grabado el bochornoso episodio y lo echara a andar en esas calderas de la doxa que son las redes sociales, confirma su animosidad hacia el expresidente colombiano. Cohen quiso representar a los millones de colombianos que detestan a Duque por todo lo malo que le hizo al país y lo logró con su video, que se volvió viral y lo convirtió en oportunidad para que salieran otros colegas suyos a defender “a dentelladas secas y calientes” (como decía el poeta español) a Duque, y por esa vía justificar su desastrosa administración.
Hay otro elemento que hace parte del trasfondo, que esos colegas no quieren ver: los momentos de crispación ideológica por los que atraviesa el país se mantendrán hasta 2026, salvo que el presidente Petro decida repartir pauta publicitaria a los medios y periodistas que a diario lo atacan. Eso sí, tendrá que asegurarse de que sea millonaria la cifra, y quizás mayor a los 20 mil millones de pesos que el fatuo Iván Duque gastó en pauta y posicionamiento, según la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP). Aquí entre nos, no conozco cuánto ha gastado en pauta publicitaria hasta ahora este gobierno.
A los que les gustan las formas, deben reconocer que Iván Duque se puso en el mismo nivel de su contradictor. No solo cayó en la trampa, sino que no supo guardar la compostura y utilizó frases de grueso calibre: “fuck you”. De ahora en adelante, deberá cuidarse más en la calle o acostumbrarse a que más ciudadanos como Cohen lo aborden para señalarlo y lapidarlo. Eso le pasa por haber pernoctado en la Casa de Nariño por cuatro años cumpliendo dócilmente las órdenes de sus mentores y del gran titiritero. Jamás gobernó, solo siguió al pie de la letra el guion que le mandaban desde El Ubérrimo.
Eso sí, Iván Duque pudo demostrarle de nuevo al país que habla un perfecto inglés, callejero, pero al fin y al cabo inglés. Esta vez no habló de los siete enanitos. Esta vez un lobo feroz lo atacó en la lengua en la que suele hablar consigo mismo, porque en el fondo se avergüenza de habitar en la lengua española.
@germanayalaosor