Hay que preservar la unidad nacional

Por HUMBERTO TOBÓN

Ya el pueblo escogió a sus gobernantes locales y territoriales. En democracia, todos tenemos la obligación de respetar y acoger los resultados. Y, lo más importante, proteger la unidad nacional.

Por eso es tan peligroso que se estén escuchando voces que proponen el inicio de una revuelta de los gobiernos territoriales contra el gobierno nacional, bajo el argumento de que las elecciones del domingo 29 de octubre fueron un referendo contra el presidente Petro.

Iniciar una confrontación de las autoridades locales con la administración central por motivos políticos, creará, sin duda, un cisma sin antecedentes en la reciente historia republicana, lo que traerá muchos más problemas, que derivarán en una ruptura del orden institucional.

El presidente de la República, sea cual sea su nombre o ideología, es el símbolo de la unidad nacional y romper este precepto representa, nada más y nada menos, que dar un paso hacia el vacío, cuyas consecuencias ya conocemos en la vecindad.

Lo que corresponde ahora, cuando la mayoría de los nuevos alcaldes y gobernadores están alejados políticamente del partido de gobierno, es fortalecer la democracia, que precisamente se basa en el respeto por la diversidad de pensamientos y en el equilibrio de poderes, además de un trabajo mancomunado entre el mando central y los territorios.

Lo que más le conviene hoy al país es que esas voces, que llaman a una insurrección política desde las regiones, se atemperen; y que el gobierno central le baje a la confrontación y entienda que la demora en la ejecución de los recursos públicos y los atrasos en el cumplimiento del plan nacional de desarrollo, lo único que conlleva es subdesarrollo y ampliación de brechas sociales.

Hoy existen centenares de proyectos para las infraestructuras viales, férreas y aeroportuarias, el desarrollo rural, la manufactura, la logística, el comercio exterior, la lucha contra el hambre y la pobreza, la consolidación de la paz, el ordenamiento territorial, el fortalecimiento de la justicia, la cobertura de servicios públicos y el mejoramiento de la calidad y acceso a los servicios educativos y de salud, que están esperando decisiones desde la presidencia y los ministerios para ser ejecutados. Ojalá se logre en el menor tiempo posible.

Además, sería provechoso para el momento que vive el país, que el presidente Petro piense seriamente en darle un impulso sustancial al proceso de regionalización, que es básico para lograr concretar los proyectos que el gobierno nacional quiere desarrollar y que involucran dos o más departamentos.

La regionalización es el paso que debe dar Colombia en su nueva estructura político-administrativa. Sería el espacio intermedio entre el agobiante centralismo que se vive hoy y el interés que está despertando, en amplios sectores académicos y políticos, la federalización.

Preservar la unidad nacional en medio de la diferencia política, es lo que reclama Colombia.

*Estos conceptos no comprometen a la RAP Eje Cafetero, de la que soy Subgerente de Planeación Regional.

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