Hoy Barranquilla es “la caldera del diablo”

Por JORGE GÓMEZ PINILLA

Los que tienen más de cincuenta años deben recordar una serie de televisión norteamericana que todas las noches congregaba a las familias alrededor de la pantalla. Se llamaba La caldera del diablo y retrataba la vida en Peyton Place, un pueblo de Nueva Inglaterra que guardaba secretos escandalosos, como el de una joven que era abusada por su padrastro.

Si comparamos eso con la hoguera de pasiones que hoy se vive en Barranquilla, desatada por una mujer que fue utilizada por dos familias y cuyos victimarios siguen gozando de impunidad, lo ocurrido en Peyton Place pasaría a ser un cuento de hadas.

La historia aquí adquiere visos de culebrón cuando nos enteramos de que su protagonista, Aída Merlano, fue encumbrada a la política gracias a su condición de amante núbil de Julio Gerlein, a quien conoció cuando ella tenía 16 años y él 52. Son 36 años de diferencia. En 2008 la hicieron concejal y cuatro años después diputada a la Asamblea, a la que renunció para pasar en 2014 a la cámara de Representantes, y en 2018 al Senado de la República. En solo diez años, una meteórica carrera que habría terminado por conducirla mínimo a la gobernación del Atlántico.

Y todo lo anterior en representación política de las dos familias que la encumbraron, los Gerlein y los Char. Porque no se debe olvidar que luego de ser la amante oficial de Julio Gerlein pasó a manos de Alejandro Char, quien la convirtió en su preferida de cobijas y vivió un tórrido romance de cachos para la esposa oficial, con regalos de finas joyas, viajes y otros perendengues para “la otra”.

Aída Merlano fue arrestada en la sede de su campaña el 11 de marzo de 2018, acusada de corrupción al sufragante, concierto para delinquir y tenencia ilegal de armas. Según la propia Aída -y hay videos que la respaldan- esas armas le fueron sembradas por la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez para convertirla en chivo expiatorio. Y la explicación es clara: si no fuera por las armas, cuya tenencia constituye un delito mayor, los delitos de corrupción al sufragante y concierto para delinquir habrían involucrado directamente a sus jefes políticos y patrocinadores económicos, el clan Char-Gerlein.

Lo cierto es que en un juicio exprés Aída fue condenada a 11 años y 4 meses de cárcel, y recluida en El Buen Pastor, y la película adquiere visos de suspenso cuando el 1 de octubre de 2019 estalla la noticia bomba de su cinematográfica fuga desde la ventana de un consultorio odontológico para subirse a una moto que la esperaba y que la condujo a destino desconocido.

Lo que solo vino a saberse tras su recaptura en Caracas el lunes 28 de enero de 2020, es que a la mujer le habían organizado la fuga con la finalidad de secuestrarla y desaparecerla. Según la propia Aída, se trató de un secuestro porque “si no, me hubiesen dejado ir en el instante que les dije que me quería ir. Y no fue así. Tuve que hacer muchas cosas para escaparme de ellos”.

En este punto de la trama es de singular importancia una investigación que hicimos en El Unicornio por esos días, a raíz de unas declaraciones suyas ante una jueza de Caracas, cuando afirmó que “después de todas las cosas que pasaron, hubo una masacre en Cesar. Mataron a tres personas, no sé si fue en el mismo lugar en el que me secuestraron o si son los mismos a los que me les fugué, quizás para evitar que confesaran quiénes los habían contratado para lo que iban a hacer contra mí”. (Ver artículo de El Unicornio).

Pues bien, nos pusimos a investigar y hallamos que, en circunstancias cronológica y geográficamente coincidentes con su dicho, hubo una masacre de tres personas el 18 de diciembre de 2019 en Tamalameque (Cesar). Y tenemos la foto de una de las víctimas, y la buena noticia de la solicitud de extradición de Aída al gobierno de Venezuela por parte del presidente Petro es que quizá así podamos tener acceso a ella para preguntarle si esa cara corresponde a la de uno de sus captores, con lo cual desde El Unicornio habríamos de brindar un aporte importante para el esclarecimiento de ese crimen. (Ver foto).

En el solo contexto de las implicaciones legales, el aparente regreso de Aída a Colombia sería dulce para unos y amargo para otros. Dulce y motivo de plácemes para su abogado Miguel Ángel del Río, barranquillero como Aída y como los acusados por su defendida, los Char y los Gerlein. Estos últimos, si la justicia se hiciera sentir, terminarían por ver el rostro amargo de su retorno. Fíjense no más en que Arturo Char fue llamado para responder este 24 de enero ante la Corte Suprema por “corrupción electoral y concierto para delinquir”, nada menos, pero logró su aplazamiento arguyendo que había cambiado de abogado. Ah, y se acaba de saber que a su hermano Álex le quitaron la visa de turista para entrar a Estados Unidos…

Están además las implicaciones políticas, pues de ningún modo se puede desconocer el inmenso poderío electoral que han conformado las dos familias atlanticenses, mientras que de otro lado habría un interés de Miguel Ángel del Río en medírsele a una batalla tipo David contra Goliat, si le diera por aspirar a la alcaldía de Barranquilla, como se rumora insistentemente.

Podría decirse que el abogado está en su derecho, pues desde la normatividad jurídica nada se lo impide, y juega a su favor el reconocimiento que tiene como hombre honesto y luchador contra la corrupción. Pero debería contemplar que, por el hecho de actuar o haber actuado en defensa legal de Aída madre e hija, podrían enrostrárselo sus rivales como un impedimento. Sumado a lo anterior, así en su imagen pública el clan Char quedara golpeado o alguno de sus miembros fuera a la cárcel, metérseles al rancho electoral en busca de arrebatarles la alcaldía de Barranquilla no es tarea fácil, como lo demuestra con creces un estadio Roberto Meléndez a reventar y a rabiar el día que el Junior (equipo del patriarca de esa casa, Fuad Char) presentó a la fanática hinchada su nueva adquisición, el futbolista Juan Fernando Quintero.

Ahora bien, si con motivo del regreso de Aída Merlano a Colombia nos diera por ponernos de detectives, la primera pregunta a resolver sería esta: ¿a quién o quiénes beneficiaba el secuestro y posterior desaparición de Aída Merlano, luego de su fuga desde un consultorio al norte de Bogotá? La respuesta es evidente.

En todo caso, bienvenidos a un nuevo capítulo de la emocionante caldera del diablo en que hoy está convertida Barranquilla desde cuando se supo del inminente regreso de doña Aída a Colombia…

@Jorgomezpinilla

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