Bastó que el presidente Petro dijera que buscaría la unificación en un solo partido de todas las fuerzas políticas de izquierda y progresistas, para que el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez iniciara de afán actividades proselitistas de cara a recuperar la presidencia en 2026.
Uribe Vélez, como buen animal político invitó a Carlos Fernando Galán, alcalde mayor de Bogotá, para ir definiendo posibles candidatos de la derecha de cara a las elecciones de 2026.
El anuncio presidencial pone a Petro de manera anticipada como jefe único de la izquierda democrática y el progresismo. Petro le está apostando a graduarse en el 2026 de «gran elector», poniendo en la Casa de Nariño al candidato o candidata de su predilección. Ojalá apoye las aspiraciones de Carolina Corcho.
La reunión de Uribe-Galán confirma la intención del expresidente antioqueño de seguir siendo el gran elector que fue, al punto de poner dos presidentes. En su palmarés electoral están los nombres de Juan Manuel Santos e Iván Duque. Este último, un títere silencioso, fiel y obediente. A pesar de su desastrosa administración y los líos judiciales del caudillo, el uribismo como doctrina sigue vigente, porque una parte importante del país comulga con el ethos mafioso, la política de seguridad democrática, el Todo Vale, el unanimismo ideológico, el Estado mínimo al servicio de unos pocos, y un modelo de desarrollo que desestima la vida de los campesinos y el valor de los ecosistemas naturales.
Ganaderos, mineros y el sector agroindustrial gustan de Uribe porque saben que jamás le interesó conservar la biodiversidad. Justamente, el encuentro entre el vulgar caballista (Santos diría el rufián de esquina) confirma que lejos está Uribe de retirarse de la vida política y electoral. Él necesita mantener su vigencia, porque sus líos con la justicia y los de su hermano Santiago requieren de favores y presiones políticas.
Al reunirse con Carlos Fernando Galán, el expresidiario y expresidente golpea a Germán Vargas Lleras, quien prácticamente «crio» políticamente al hoy alcalde de Bogotá. El mandatario de los bogotanos al parecer optó por tomar distancia de Vargas Lleras porque sabe que su falta carisma y el mal nombre que arrastra no le ofrecen garantías para apostarle a convertirse en presidente de la República.
Es probable que la reunión con Uribe le sirva al alcalde para abrirle espacio a su hermano Juan Manuel, en busca de convertirlo en un Duque II, con una salvedad: el apellido Galán aún seduce a una parte de la población que cree que Juan Manuel y Carlos Fernando pueden enarbolar la bandera que agitó su inmolado padre, Luis Carlos Galán Sarmiento. Por supuesto que se trata de un sector de la opinión pública que arrastra una enorme ingenuidad -diría que ignorancia- pues no quieren ver que los hijos de Galán hace rato demostraron que les gusta relacionarse con la vieja derecha colombiana e incluso que parecen simpatizar con aquellos sectores de poder económico y político de los que se sospecha salió la orden para asesinar a su progenitor.
Está claro que en 2026 veremos a dos pesos pesados de la política colombiana disputándose la Casa de Nariño. Dos caudillos: uno, progresista y con un modelo de Estado y sociedad modernos; y el otro, un viejo anacrónico y derechoso que cree profundamente en la «violencia legítima del Estado» como la única forma de superar los problemas del país.
Petro representa la modernidad, mientras que Uribe Vélez el atraso y la consolidación de la tara civilizatoria de la que vengo hablando en esta tribuna.
@germanayalaosor