Por HUMBERTO TOBÓN*
La Amazonía tiene una extensión 6,5 veces más que el territorio colombiano. Sus 7,4 millones de kilómetros cuadrados son esenciales para el planeta en temas como la regulación del clima y la preservación de miles de especies, muchas de las cuales aún no descubiertas. Además, juega un papel muy importante en la protección cultural y etnográfica de países como Brasil, Colombia, Venezuela, Perú, Bolivia, Ecuador, Surinam y Guyana.
A pesar de su enorme valor, la Amazonía es objeto de un ataque permanente y despiadado, sin que los gobiernos de estos ocho países, y mucho menos la comunidad mundial de naciones, hagan algo para detener su destrucción.
Los momentos más críticos para esta región en lo corrido del siglo, se vivieron durante el mandato del presidente brasileño Bolsonaro, quien permitió que se deforestara sin control alguno cerca de 13.000 kilómetros cuadrados, impidiendo la actuación de las autoridades contra organizaciones criminales. Fueron años terriblemente dañinos para este ecosistema y para cientos de resguardos indígenas que habitan allí.
Los criminales no sólo llegan a las entrañas de la Amazonía por su madera, sino también por el oro, destruyendo decenas de afluentes, a través de una minería ilegal, que produce miles de millones de dólares cada año. Por si fuera poco, los incendios son constantes y cometidos por traficantes de fauna silvestre o por colonos que pretenden ampliar la frontera agrícola.
Colombia, que tiene el 40% de su espacio territorial en la Amazonía, le ha dado la espalda. Las intervenciones del gobierno nacional son nulas y las desastrosas consecuencias ambientales se evidencian en los departamentos amazónicos de Amazonas, Caquetá, Guainía, Guaviare, Putumayo y Vaupés, donde se concentra también la pobreza, la violencia y la marginalidad.
La Amazonía no son sólo ríos y árboles, sino también “ciudades, carreteras e industrias… se contraponen todo tipo de actividades económicas con múltiples impactos ambientales, sociales y económicos”, de acuerdo con Kurt Holle Director de WWF Perú, entidad que acaba de publicar el informe “Amazonía Viva 2022”.
Frente a un panorama tan desolador y peligroso, el mundo ha visto con especial interés la decisión de los presidentes Lula Da Silva de Brasil y Gustavo Petro de Colombia, de liderar un plan regional para hacerle frente a los graves problemas que se viven en la Amazonía y convocar al mundo a ayudar económica y científicamente para recuperar este pulmón de la tierra.
Entre las acciones urgentes que se recomiendan por parte de los expertos, está la formación de una fuerza multinacional que combata la deforestación y la contaminación con mercurio; erradicar la ganadería extensiva; sancionar a los compradores de madera ilegal; proteger a las comunidades indígenas, muchas de ellas en riesgo de extinción; y evitar la sobreexplotación y el desvío de los cauces de los ríos. Todo es posible, siempre y cuando haya voluntad política.
@humbertotobon
*Los conceptos no comprometen a la RAP Eje Cafetero, de la que soy subgerente de planeación regional.