Instrumentos económicos contra el daño ambiental

Por HUMBERTO TOBÓN*

En el mundo se consumen cada año 500 mil millones de botellas de plástico, que aunque los productores se esfuercen por convencer que son fácilmente reciclables, la realidad es que no lo son: tres cuartas partes terminan en ríos, mares y vertederos a cielo abierto e, incluso, en rellenos sanitarios.

Los daños ambientales que producen estas botellas son incalculables, al igual que otros trece plásticos de un solo uso, cuya prohibición en Colombia empezará a regir, en una primera fase, en enero de 2025.

Fue Du Pont la que desarrolló una botella de PET (polietilentereftalato) hace cincuenta años y nos convencieron que el envase no era contaminante, pero eso sí muy atractivo, liviano y seguro.

Resulta que nos comimos ese cuento, especialmente cuando las grandes marcas mundiales de agua, comenzando por Perrier, promocionaron el plástico como la mejor forma de consumir el producto. Y de ahí se desató la locura. Todas las compañías de bebidas, incluso, carbonatadas, abandonaron el tradicional vidrio y se metieron de lleno, también, en el negocio de fabricación de envases plásticos.

Es de tal gravedad el problema con el plástico de un solo uso, especialmente las botellas, que hay una presión internacional por parte de grupos ambientalistas para que se prohíba totalmente su comercialización, pero el cabildeo de las grandes compañías ha sido más efectivo y han logrado retrasar e incluso, frustrar, la posibilidad de aprobar leyes que le den sepultura a estos artículos en países como India, Estados Unidos y Unión Europea.

Sólo unas pocas empresas han tomado conciencia del problema y vienen cambiando los envases de plástico por los de vidrio, con el fin de que, como en el pasado, sean retornables.

Y aquí vale la pena recordar que en los años setentas y ochentas los recicladores pasaban con una carretilla comprando los frascos de vidrio, y en las tiendas vendían la gaseosa, pero había que dejar un depósito, que se devolvía cuando se regresaba el recipiente.

Pues resulta que ese modelo es el que hoy se conoce como “instrumento económico de depósito-reembolso”, vital en el proceso de gestión ambiental, especialmente destacado para quienes compran bebidas en envases de vidrio y de plástico, neumáticos, electrodomésticos, automóviles y productos eléctricos.

Este instrumento económico de carácter ambiental, es muy efectivo, porque el depósito puede llegar a representar entre una octava y una tercera parte del valor de la compra y nadie querrá perderlo. Al comprador se le entrega un bono, que se redime en la próxima compra o cuando el producto ha sido dispuesto para su destrucción (un carro, una nevera, un computador, etc).

Normalmente la devolución oscila entre el 75% y el 90%. El diferencial es usado por la autoridad ambiental en los programas de recuperación de ecosistemas. Los encargados de hacer estas operaciones son las empresas privadas, que les reportan a las autoridades tributarias y financieras. Esta puede ser parte de la solución.

@humbertotobon

*Este comentario no compromete a la RAP Eje Cafetero, de la que soy Subgerente de Planeación Regional

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