Por GERMÁN AYALA OSORIO
Todo lo que digan, hagan o dejen de decir los miembros del gobierno del Pacto Histórico será escrutado con lupa por los periodistas que hoy llevan sobre sus hombros, o quizás sobre sus micrófonos, el malestar de sus patrones por la llegada de Gustavo Petro a la presidencia.
Ello explica la reacción mediática por la salida en falso de la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, al abandonar de manera abrupta una desordenada rueda de prensa. Por fortuna, Vélez ofreció públicas disculpas a los y las periodistas por lo sucedido. Superada la situación, a los áulicos del uribismo que desde las redes sociales hacen eco a los intereses corporativos de las grandes empresas mediáticas, les quedaba el tema del decrecimiento económico, para seguir golpeando la imagen de la ministra de Minas y del gobierno. Y todo para insistir en que Vélez no está preparada para el cargo o que está tratando de frenar el crecimiento económico del país.
La alusión a la teoría del decrecimiento alarmó a quienes están empecinados en consolidar un mal ambiente político y económico, a raíz de las apuestas de Irene Vélez y del gobierno de avanzar hacia la transición energética y por ese camino, superar el antropocentrismo e intentar llevar a la sociedad hacia el biocentrismo y el ecocentrismo, debido a los efectos que ya genera el cambio climático. Peor cayó la teoría del decrecimiento cuando la ministra exhortó a los países desarrollados a avanzar hacia ese escenario, el cual pone a todos los agentes productivos a revisar asuntos como la producción, las relaciones con la naturaleza, el consumo, la redistribución y la responsabilidad ambiental y ecológica. Sus críticos dijeron sentir pena ajena por el atrevimiento de Irene Vélez, al exigir a los países ricos “decrecer” económicamente.
El problema no está en la teoría del decrecimiento. El asunto problemático es que hay agentes económicos y políticos que no solo desconocen los planteamientos de la señalada teoría y apuesta ambiental, sino que no están interesados en discutir cómo vienen operando, en medio de un país que a pesar de contar con una constitución verde y de estar sus ciudadanos inmersos en territorios biodiversos, no han podido lograr un desarrollo sostenible. Y es así, porque solo han estado interesados en lograr sostenibilidad económica y política, en ese estricto orden, dejando por fuera otras aristas como la cultural, la étnico-territorial (ontológica) y la social.
La gran prensa afecta al régimen uribista que apoya y patrocina el extractivismo (minería y modelo de la gran plantación) y la ganadería extensiva de baja productividad con fines de especulación inmobiliaria, deslegitimará todas las propuestas que en el marco de la transición energética viene proponiendo el gobierno Petro, así como el cambio en las maneras como nos relacionamos con los ecosistemas. Lo que va quedando claro es que hay agentes económicos de la sociedad civil a los que no les interesa revisar prácticas y formas de producción que en algo disminuyan los efectos socio ambientales y ecológicos, porque sus referentes de crecimiento siguen atados al capitalismo salvaje, que desecha consideraciones ecológicas y desdice de las recomendaciones que los científicos han expuesto para afrontar los efectos que viene dejando ese tipo de desarrollo y que se agrupan en eso que llamamos Cambio Climático.
Que como sociedad no estemos listos para discutir dicha teoría, no significa que esta sea inviable. Habrá que esperar a que Gaia siga <<cobrando venganza>>, como quizás diría James Lovelock.
@germanayalaosor
* Foto de portada, tomada de Kyenyke