—Definitivamente, quién entiende a la humanidad —protestó indignada doña Nati—. Pareciera que todos estamos enfermos, que la humanidad está enferma, o ignorante, carcomida por la estupidez supina, o loca o yo no sé qué.
—¿Como que tuvo un mal día? —le pregunté.
—En realidad no; es que he estado revisando la información a lo largo de estos últimos años, y, en Colombia, la gente contamina, muchas veces por ignorante, pero también muchas otras a sabiendas de que puede ella misma causarse la muerte por tanta contaminación.
—Tal vez en la vereda donde usted vive la gente se vale de su entorno natural para la sobrevivencia
—Claro que sí, pero el campesino de hoy solo se interesa por recoger, y no por sembrar ni cuidar. Siembran, sí, pero solo cultivos de pan coger; no planean reforestaciones ni cuidan los animales silvestres, solo los cazan apenas los ven, así estén pequeños todavía. Son depredadores
—En la ciudad también es así, pero la sociedad no trata de emplear menos contaminantes.
—Pues miren, por ejemplo, que un descontaminante en las ciudades es el transporte colectivo —interrumpió doña Nati—, pero la gente actúa como si tuviera el propósito de acabarlo: le hace conejo al pago, destroza los buses, destroza las estaciones (guiados, además, por esos “líderes” sociales modernos que son los influenciadores, hábiles para el negocio, pero de poco seso y de poca formación, como Epa Colombia y tantos otros). Después, la empresa de transporte colectivo, como está sucediendo en tantas ciudades del país, se declara en quiebra, y salen todos a reclamar que por qué el Estado no busca soluciones para el transporte, y que por eso la gente tiene que volver a los buses viejos y a las motos.
—Esa es una postura irracional con la que tenemos que convivir —dijo el ilustre profesor Gregorio Montebell—. La gente actúa con inteligencia de veinticuatro horas; no piensa sino en resolver su día a día, pero no guarda para mañana, y menos para pasado mañana. En política, ni se diga; vean cómo los medios trabajan en campañas políticas reiterativas con los mismos politiqueros negociantes. Cuánta gente protestaba para que se cambiaran los sistemas tan mal manejados de salud, educación, trabajo, seguridad social, consumo de drogas, y hoy salen a protestar para que no se cambien. Y lo más triste es que en elecciones de octubre van a elegir a la misma ralea de delincuentes que se roban las arcas del Estado sin asco; la misma que el día de elecciones compra con promesas, tamal y cerveza el “derecho” de echarse al bolsillo la plata pública. Y todos felices.
@PunoArdila
(Ampliado de Vanguardia)